Cuando la marea viene él busca mariscos.
Dicen que para pescar así
-de pie, indican los franceses-
es necesario
conocer el clima
y los horarios de las mareas,
entre otras cosas,
para decidir el regreso.
Si él supiera todo eso no iría a pescar.
Porque le interesa lo imprevisible, no lo pronosticable.
El placer reside en mirar hacia adentro de la tierra
encontrar las señales simples del que se esconde
hasta ser descubierto.
Azar o contingencias.
En la bahía de Locquirec
puede decirse
que nada es como se espera.
Aunque algo intuye
quien mete sus manos y rasca
el suelo en Finistère.