....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)

jueves, agosto 29, 2013

eterna juventud


El futuro pertenece a los jóvenes.
Eso dice a mulher de preto cada vez que grita a los cuatro puntos cardinales.
No comprendo a la mujer forrada en encaje.
Me dicen que no la escuche, que me limite a observar sus señas, sus ofensas dibujadas.
Con embeleso, una jauría de cuerpos lozanos le tapa la boca.
Ella ladra también, demostrándoles que su cara fértil por el bótox carga la experiencia de los años púberes.
Dolor y odio.
Eso es la juventud al fin de todo.

domingo, agosto 25, 2013

Por la ventana


Por la ventana

 

La ramita de árbol que entró por la ventana

me pegó en la nariz

 

como si yo no tuviera con qué defenderme

 

miércoles, agosto 21, 2013

poemas de Elva Macías

 
 
Los pasos del que viene

I
Danza nocturna de cascos en la piedra,
el joven Wang
cabalga con la lanza de su padre
a la primera cacería.
Ah, tal es su suerte,
cacería inicial:
un jabalí de presa
y el murmullo del grillo.


II
En la tribulación,
en la discordia,
mis dos hermanas no fueron desposadas.
La más joven murió
y la mayor no tuvo quien prodigara su soledad
con versos y canciones.
En mi vieja habitación
el viento entró para llevarse
el dolor que ya no me pertenece.


III
Murió sin fin
la vieja Low Yan
amenazada de ser eterna errante:
carecía de deudos rezadores.


IV
Quién fuera aquel que se perdió en las dunas,
a quien el sol tomó en un abrazo.
Kuan Yin, de rostro femenino,
Lun Yi, mis reducidos pies...
Se fue rayando el Gobi
sin tributarme más que este delirio,
aceptada condena.

Ay, el lamento de mi voz.
¿En dónde estuvo el volumen de mis ojos?
Aquella tarde me creí ciega.
La melodía cesó.
Ya no está aquel que volvía por las tardes
con la presa en las manos.
Ya no canta Sun las seis canciones.
Errante, en el vino y la flor,
no supo contenerse en mi mirada.
Ay, el dolor que me dejó.


V
Paseo la mirada por el estanque,
como un pez dorado lo recorro.


VI
En el té de jazmín
dejo mis ojos.
En el tazón que humea
y se apacigua
dejo mis ojos de mañana.
En el aroma de ayer
que tiene un sorbo,
en la porcelana de los días festivos
dejo absortos mis ojos.


VII
Entre mariposas
y sauces bien nacidos se desliza:
hoja desprendida en el estanque,
y es el agua una tibia limadura


VIII
Olor de insectos es el pozo,
tan sólo dije ah...
y la humedad arrebató mi voz.


IX
En la terraza
las aves duermen
cubiertas con suaves lienzos.
Mi soledad es una pequeña ciudad sitiada.


X
Nada se agita en este verde prado.
Ni la melancolía por el guerrero más audaz,
ni la precisión de Li Jua
en su lenta gimnasia.
Su cuerpo,
una estatuilla,
un dios sin pretensiones.
Inicia un solo movimiento
tapando la luna con la mano.
Mansión de mármol es la luna.
La otra mano se une
acariciando la esfera,
jade blanco en sus largas uñas.
Una pierna se contrae,
lenta pesquiza,
sus brazos se prolongan
en languidez de pesos desiguales.
Un violento virar
desde su planta lo sacude
pero no altera el ritmo
del paisaje.


XI
Toma la voz del grillo
que durmió el verano en mis solapas.


XII
Escribo a Chan Min Shu
un poema de despedida.
Pekín está cubierto de nieve,
ella pinta perdices,
las perdices escriben en la nieve.


XIII
Interrupieron mi labor
mínimos matices
modificando el tedio.
Desde mi regazo
las cuentas se dispersaron,
rodaron hasta la ofrenda última del día:
de inciensos y oraciones
cubro su partida,
se torne seda la muralla
a su paso,
notas de dulzaina
su regreso.


XIV
Anticipo mis pasos
al canto de las primeras aves,
un rumor se agranda
en el envés de las hojas
y en el trajín de los insectos.
Al amanecer,
el puente de piedra indaga
sobre viejos exilios
y mi alma deja de ser un filamento.


XV
Ceremonia al despertar el año.
Ruido de cigarras prisioneras
anuncia los pasos del que viene.
De estandartes y signos precedido,
precedido también de sacerdotes y letrados,
capitanes bajo la púrpura del palio.
En ese prisma del tiempo,
en esa furia
marcada de batallas,
su figura se mueve
con el paso suntuoso
de un pavorreal a punto de iniciar la danza:
Tsao-Tsao, general y señor de las cosechas
y el buen vino.



Elva Macías (México)
Publicado en http://www.materialdelectura.unam.mx/images/stories/pdf5/elva%20macias-174.pdf
 

sábado, agosto 17, 2013

un poema de Jacqueline Osherow


Sitio del cementerio judío, Raciaz, Polonia

¿Por qué preocuparse de que haya un bosque aquí
Donde solía estar el cementerio?
Abetos, abedules, pinos, marcas agradables.
Y la hija del granjero local
Que camina frecuentemente entre estas maderas
Puede mostrarte donde solían estar las marcas.
Te señalará restos de las capas de cemento,
Las cuales (de acuerdo a mi suegro)
Estaban hechas para parecer ropa de cama sobre las tumbas:
Unas pequeñas matas sobre los árboles diseminados,
Desparramando sus raíces entre los huesos,
Quienes probablemente disfruten la compañía de los vivos.
Y en cuanto a las marcas, las marcas robadas,
Mi pensamiento son los huesos, no se olviden de ellos
Ellos saben - ¿no es cierto? - quiénes son.

Jacqueline Osherow (Estados Unidos)
Publicado en Dead Men's Praise (Editorial Grove Press)
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

martes, agosto 13, 2013

un poema de Isaac Felipe Azofeifa


XL

 

Esa imagen inmóvil mientras mueves
hilo y aguja tan acompasada
-mente
se compone y ordena sobre el rayo
que la tarde te envía.
El sol es un carrete dándote hilos.
En su espuma dorada te reclinas
y piensas
un tranquilo pensar mientras descansas.

La tarde mientras tanto cae y apaga
su débil fuego,
y tu imagen se queda para siempre,
-con la espuma dorada que te envuelve,-
inmóvil, mientras
hilo y aguja cosen sueño y sueño
para la bandera
del grato amor sereno que han fundado
hilo y aguja y sol y tú, esta tarde.

 
Isaac Felipe Azofeifa (Costa Rica)
Publicado en Cien poemas de amor (Editorial Universidad Estatal a distancia)

 

viernes, agosto 09, 2013

un poema de Esther Jansma


(Playa San Fernando- Juan Ruiz Ibañez)



Este aquí

Estás caminando sobre la playa: el mar, el horizonte.
el sonido que llena el cuenco de la tierra
hasta la orilla- no, más pequeño.

Insertaste tus zapatos en la arena, cuero.
montañas erosionadas, uno deja una huella
detrás de la otra- no, diferente.

Estás en algún lado, no importa dónde.
siempre en el borde, este tiempo entre
la tierra y el agua, es sobre ahora- no,

Estás recostado en tu vientre. La arena canta por sí misma a partir de ahora,
como el agua, ondulada. Eliges la costilla más pequeña.
montaña. Eliges el grano más pequeño. Tierra.

Esther Jansma (Holanda)
Publicado en http://www.poetryinternationalweb.net/pi/site/poem/item/4263/auto/This-here
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

lunes, agosto 05, 2013

un poema de Alejandro Pidello

María del Agua y las preguntas que tendré que dudé

La niña de la rebelión viaja como nosotros en los trene
tiene ojos tan verdes de pino y salta por sus respuestas
diarias
de discípula palmadita.
Las respuestas
que se estrellan desnudas en forma de aprendiz como
             olor de animales
La casa que viaja altísima!
Sobre el agua más toba
brillan
sus preguntas de si el río, que nos vuelve siempre a los
cuenteros
italianos, de si acaso
la construccuón de los juncos
"mañana después de tocarnos toda la piel quemaremos
                             un kilo de colegios"
La niña era la bruja entrenada de los camalotes.
Se paró conmigo en Ipacaraí
muy llena de caña
porque está mojado el Paraguay y es casi el fin del
                                        siglos XIX por los
caminos perdidos
del agua guaraní del agua junta
" que halla tantas historias
que debemos volvermos en la lluvia colorada del país y
                                                               del pan nuestro
nuestra historia cada cien años"


Alejandro Pidello (Argentina)
Publicado en el libro El Diablo in albis (Ediciones Libros de Alejandría)

jueves, agosto 01, 2013

un poema de Mario Morales

SIN ORILLAS, AMOR, SIN ORILLAS



A lo lejos, el cielo, a lo lejos
              allá donde las aves se hunden en una soledada blanca.
Acá
LA TIERRA estéril,
               el lugar de la pérdida            el lugar del encuentro.

Encuentro en tu carne el olvido de la carne,
el silencio después del silencio        la fuente sin origen.
Encuentro tu boca sellada por mi boca como un astro muerto
que nada sabe       salvo incendiarlo todo      en un himno
                                                                     lejano y sin regreso.

Y es el agua loca del amor o la pena,
la soledad vencida por la soledad,
el anzuelo del exilio que nos confunde hasta ser
la antorcha irremisible que canta en la boca de los muertos.

Así encuentro la pérdida, y te encuentro
otra vez sagrada,      y otra vez lejana
                        como un cielo estéril donde el viento y el deseo
hacen de la tierra un sueño salvaje,      una palabra del ocaso.

Y somos la luz después de toda la muerte
                                                                  y de toda la luz.
HASTA DIOS        HASTA EL FUEGO SIN ORILLAS.

hasta el próximo poema, nada más que hasta el próximo poema,
                                                                                     amor mío.


Mario Morales (Argentina)
Publicado en el libro La distancia infinita (Editorial Fondo de Cultura Económica)