....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)

jueves, febrero 28, 2013

un poema de Jaroslav Seifert


Ser poeta

 
La vida me enseñó hace largo tiempo
que la música y la poesía
son las cosas más bellas de la tierra
que la vida puede darnos.
Salvo el amor, claro.

En un viejo libro de textos
publicado por la Casa de Imprenta Imperial
en el año de la muerte de Vrchlický
busqué la sección de poesía
y ornamentos poéticos

Luego puse una rosa en un vaso
encendí una vela
y empecé a escribir mis primeros versos.

Inflamado, llama de palabras,
y volar alto
incluso si mis dedos se queman!

Una metáfora alarmante vale más
que un anillo en el dedo de uno.
Pero ni siquiera el Diccionario de Rimas de Puchmajer
me fue útil.

En vano conseguí ideas
y cerré mis ojos salvajemente
con el objeto de escuchar esa primera línea mágica.
Pero en la noche, en vez de palabras,
vi la sonrisa de una mujer y su
cabello zarandeado por el viento.

Ese ha sido mi destino.
Y he estado tambaleándome hacia él sin aliento
toda mi vida.

Jaroslav Seifert (República Checa)
Traducido del checo al inglés por Ewald Osers
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

domingo, febrero 24, 2013

un poema de Vikram Seth

 
(Vieira da Silva- Biblioteca)
 
Equivocados

Te sonreí porque pensé que eras
Otra persona; me sonreíste; y creció
Entre dos extraños en una biblioteca
Algo que parece amor; pero me amaste
( Si esa es la palabra) porque pensaste que yo
Era otra persona diferente de la que era. Y más tarde
Descubrimos que nos habíamos equivocado todo el tiempo
Desde la primera mirada, aquella primera sonrisa errada.

 

Vikram Seth (India)
Publicado en http://www.poemhunter.com/poem/mistaken-23/
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

miércoles, febrero 20, 2013

Murmuraciones


Murmuraciones.
Qué me importa la vida de los otros.
La mía sí.
Esas notas de soprano no se retractan.
En este carnaval Pierrot y Colombinas del subdesarrollo
me pegan con sus trajes colgados en la percha
al lado de la vía.

A la tarde, mientras pronuncio un idioma
que no me es extraño
verifico el sonido
de cilindros que golpean
no son del parque ni pantallas.
Del club puntúan esos espectros invisibles.

La noche supone la circulación de instantes precisos.
Miden los grados del calor subtropical
que vino de los cambios.
Hormonas que se tornan quistes, pústulas y pápulas.
Me callo todo lo que digo.

sábado, febrero 16, 2013

respuesta natural


La frase resonó todo el día en la cabeza de la maestra. ¿Hizo mal en haber preguntado dónde está el hermano?

Ahora es tan difícil ser docente. Hay que cuidar lo que se dice, cómo se dice, y a quién se dice. Todos hacen problemas.  Después viene la directora, se queja y hay que dar explicaciones.

Pero Julito ya no habla más de ese hermano que es todo para él, el ídolo, el de la camiseta de Argentina, el que lo acompaña a la escuela en bicicleta, el que le hace la leche a la tarde esperando que llegue la mamá, el que viene a la feria de ciencias.

Está en cana, dijo.

Así ,con naturalidad, como quien se agarra sarampión y no queda más que resignarse a que la erupción pase, largó la respuesta y se sentó en el banco.

martes, febrero 12, 2013

apuestas


-Ponele 100 euros al ghanés Peter Turkson.
-Yo apuesto 240 euros al cardenal nigeriano Francis Arinze.
-No se hagan los rulos, el candidato firme es Leonardo Sandri. ¿No sería un golazo? Tener una reina en Holanda, también un Papa. No creo que nadie se arriesgue por él. Los argentinos tenemos mala fama. Así que voy con 1000 euros a su nombre.
-No te creas, en este momento la apuesta es 6/1. Al que menos le tienen fe -mala espina- es a Thimothy Dolan. Debe ser porque es norteamericano.
-Me dieron ganas, muchachos, mañana le juego sin falta unos pesitos al 88 en la Nacional. No vaya a ser que salga y yo acá, papando moscas.

viernes, febrero 08, 2013

ciudad interior

Cuando salió del taller por Av de Mayo pensó en que solía atravesar esa zona para llegar a sus reuniones partidarias. 

Avanzó luego por Bernardo de Irigoyen y recordó que caminaba mucho por ahí cuando venía cansada de un posgrado.

Al entrar a Suipacha y enfrentarse a tantos negocios similares, se le vino a la memoria las veces que consultó por unos buenos zapatos para bailar tango, en la época en que se la había dado por la danza ciudadana.

Así, especulando, dobló por Av. Corrientes y se acordó de las obras de teatro, del karaoke en el bar de la esquina de Maipú, de la iglesia evangelista de los coros.

Dio pasos rápidos por Florida, la calle de las disquerías y librerías de cuando era adolescente: se asombraba con los temas que ofrecía el pianista de Ricordi, escuchaba las mentiras disfónicas de los trasagables, escapaba de los llantos ficticios de los niños rumanos.

Llegó hasta Galerías Pacífico y entró por el costado, directamente al patio de comidas. Cuántas media-horas  de almuerzo con una compañera para quejarse, como era previsible, de las jefas. Sorteó los pozos del final de la peatonal para llegar a Plaza San Martín, frente a la estación de Retiro, memorias de prisa para comprar pasajes a la costa.

Tanto anduvo esa tarde que tuvo que tomarse un taxi para llegar puntual a su cita, en la que terminó concluyendo que tanto movimiento no la había llevado nunca a ninguna parte.

lunes, febrero 04, 2013

días amarillentos


Hay días amarillentos, no por mustios sino por calurosos. Disponen entre sus horas de mucho rayo de sol.

No hace falta ser un genio para darse cuenta que ayer era uno de esos días, tan agobiante, tan tedioso.

Era mejor ignorar ese número fatal llamado sensación térmica, que desdobla la temperatura real en un rango de situaciones: una, pésima; la otra, inmejorable.

Amarrada a ese fuego severo, rendí un examen de portugués. Deseaba estar en una playa en Brasil y no caminando sobre el cemento abierto del microcentro, calles operadas por las reparaciones municipales.

A la noche, obsesivamente, clavé la página del servicio meteorológico en mi mano, como si fuera posible que me anunciara en línea la llegada de la frescura.

En un momento incierto, un grito al unísono de los cartoneros desgarró la modorra. No era un gol del equipo más famoso. Pero quizás otra valla quebrada.

Nunca fue tan patente la felicidad.

Al largarse el chaparrón, también el conductor del tren festejó sumándose a las voces: hizo sonar un bocinazo continuo, duradero, hiperbólico.