sábado, junio 08, 2024
Un texto de Richard Hough
sábado, junio 01, 2024
Una fábula de La Fontaine
El delfín y el mono
Tenían los griegos la costumbre, viajando por el mar, de llevar en sus navíos perros y monos con ellos. Un barco con tal equipaje naufragó cerca de Atenas. De no ser por los delfines, nadie se hubiera salvado. Este animal es muy amigo del hombre, cuenta Plinio en su historia, y debemos creerle.
Salvaron, pues, los delfines cuanto pudieron. Hasta un mono en ese trance, gracias a su parecido humano, creyó poder deberles la vida. Un delfín que lo tomó por un hombre iba ya a dejarlo salvo y sano en la orilla, cuando por azar le pregunta:
-¿Eres tú el de la gran Atenas?
-Soy - contestó- mono y muy conocido. Si un día me necesitas, puedes buscarme; mis parientes ocupan los principales puestos , un primo mío es arconte.
- Infinitamente agradecido-repuso el delfín-. ¿También el Pireo tiene el honor de conocerte? ¿Le ves, me figuro, muy a menudo?
- Todos los días; es gran amigo mío desde hace muchos años.
(El macaco tomó el nombre de un puerto por el de una persona. Nada tiene de extraño, pues hay muchos que confunden cualquier burgo con Roma, y hablando a tontas y a locas dicen todo lo que no han visto).
Ríese el delfín y vuelve la cabeza , advirtiendo, al ver el mono, que del fondo de las aguas solo ha salvado un macaco. Con lo cual lo lanza de nuevo al mar, yendo a buscar a algún hombre para salvarlo, si puede.