....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)

sábado, junio 08, 2024

Un texto de Richard Hough

[...] Parecía que en cualquier momento podría estallar un gran motín. Las ollas de bortsch de carne estaban humeantes y listas en la cambusa o cocina del barco, pero ninguno de los seiscientos hombres presentes lo estaba comiendo. Giliarovsky, todavía inadvertido para todos excepto unos pocos hombres, caminó rápidamente hacia las trampillas abiertas y preguntó qué estaba pasando y por qué los hombres no comían.

“No quieren tocar el bortsch, señor”, le dijo Ivan Daniluc, uno de los cocineros. "Dijeron que deberíamos tirarlo por la borda... y el resto de la carne también". Señaló la mesa más cercana. "Verá, señor, sólo comen pan y agua, aunque a nosotros nos han pedido té y mantequilla". 

Giliarovsky se volvió enojado hacia los hombres más cercanos a las escotillas, que ahora se habían calmado bajo la amenaza de su proximidad, e intentó hacer oír su voz por sobre los gritos del resto de la tripulación. "Silencio, ¿me oyen?" gritó. "¿Qué creen que están haciendo? Esta es una manifestación lamentable. ¿Por qué no comen su bortsch?"

Medio perdido en la confusión de gritos y burlas, Giliarovsky apenas pudo distinguir una o dos frases entrecortadas: “¡Porque la carne apesta!” "Cómelo tú mismo- nos limitaremos a pan y agua". 

Al ver que las condiciones ya estaban fuera de control y ansioso por evitar una humillación mayor, Giliarovsky partió para consultar a su capitán. Pero en el camino se detuvo en la sala de oficiales, detrás de la silla del Cirujano Smirnov, y le dijo en voz baja, para evitar alarmar a los demás, “Señor Smirnov, la tripulación se niega a comer su sopa. Dicen que está en mal estado. ¿Sabe algo sobre esto?"

 “Por supuesto”, respondió el cirujano irritado, “Ya la examiné y dije que la carne que trajeron ayer es excelente. Los gusanos no son más que huevos que han puesto las moscas. Se remueven fácilmente con vinagre y agua”. 

"Gracias, Señor Smirnov". 

El ritmo de los acontecimientos en el Potemkin estaba aumentando rápidamente a medida que más y más oficiales y soldados se daban cuenta de que se avecinaba una crisis, y actuaban en consecuencia. Giliarovsky interrumpió el almuerzo que el Capitán Golikov estaba tomando en su camarote y le informó de la situación. “Habrá que hacer algo, Señor, ahora mismo”, le dijo con urgencia.


Richard Hough (Reino Unido)
Extracto de "The Potemkin Mutiny" 
Editado por Severn House Publishers (1960). 
Traducción del inglés por Myriam Rozenberg

sábado, junio 01, 2024

Una fábula de La Fontaine

 El delfín y el mono


Tenían los griegos la costumbre, viajando por el mar, de llevar en sus navíos perros y monos con ellos. Un barco con tal equipaje naufragó cerca de Atenas. De no ser por los delfines, nadie se hubiera salvado. Este animal es muy amigo del hombre, cuenta Plinio en su historia, y debemos creerle.

Salvaron, pues, los delfines cuanto pudieron. Hasta un mono en ese trance, gracias a su parecido humano, creyó poder deberles la vida. Un delfín que lo tomó por un hombre iba ya a dejarlo salvo y sano en la orilla, cuando por azar le pregunta:

-¿Eres tú el de la gran Atenas?

-Soy - contestó- mono y muy conocido. Si un día me necesitas, puedes buscarme; mis parientes ocupan los principales puestos , un primo mío es arconte.

- Infinitamente agradecido-repuso el delfín-. ¿También el Pireo tiene el honor de conocerte? ¿Le ves, me figuro, muy a menudo?

- Todos los días; es gran amigo mío desde hace muchos años.

(El macaco tomó el nombre de un puerto por el de una persona. Nada tiene de extraño, pues hay muchos que confunden cualquier burgo con Roma, y hablando a tontas y a locas dicen todo lo que no han visto).

Ríese el delfín y vuelve la cabeza , advirtiendo, al ver el mono, que del fondo de las aguas solo ha salvado un macaco. Con lo cual lo lanza de nuevo al mar, yendo a buscar a algún hombre para salvarlo, si puede.


Jean de La Fontaine ( Francia)
Publicado en Fábulas completas. Edicomunicación S.A. ( 1997)