Te escribí una carta desde Viña que alcanzó tu mano
con la leyenda “estoy en Chile”
como si dijera “aquí a la vuelta”.
Mi rostro es para vos la forma de mis letras
y tus letras, ingeniero, tienen hálito de versos.
No conozco tu voz y sin embargo
me cuenta, en Alemania,
que estás bien, que la primavera
está por empezar
y que no te acostumbrás a tanta lluvia.
Para qué? Latinoamérica vivió entre vendavales
y ahora tanta humedad no es aventura.
(Cierta vez la voz le habló a mi madre
una noche sangrienta de la patria
y ofreció su casa en caso de emergencia).
Volverás a Concepción
y nada habremos hecho para sacarnos de la sombra.
Vos tu vida. Yo la mía.
Pero hace falta que conteste
las cartas que me llegan
en palabras negras y redondas
con aroma a amigo y cordillera.
con la leyenda “estoy en Chile”
como si dijera “aquí a la vuelta”.
Mi rostro es para vos la forma de mis letras
y tus letras, ingeniero, tienen hálito de versos.
No conozco tu voz y sin embargo
me cuenta, en Alemania,
que estás bien, que la primavera
está por empezar
y que no te acostumbrás a tanta lluvia.
Para qué? Latinoamérica vivió entre vendavales
y ahora tanta humedad no es aventura.
(Cierta vez la voz le habló a mi madre
una noche sangrienta de la patria
y ofreció su casa en caso de emergencia).
Volverás a Concepción
y nada habremos hecho para sacarnos de la sombra.
Vos tu vida. Yo la mía.
Pero hace falta que conteste
las cartas que me llegan
en palabras negras y redondas
con aroma a amigo y cordillera.