Estos eran los nombrados de la congregación,
príncipes de las tribus de sus padres
Si una parte de mí no respetara su silencio, tu silencio de paredes blancas, lo incognoscible, lo innombrable
Dijo hágase la luz y la luz se hizo, pues no existía antes de nombrarla
Si una parte de mí no respetara su silencio, tu silencio, recinto inexpugnable donde halla su espacio la palabra
Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros
Si una parte de mí no le temiese al tiempo, doliente rueda de lenguajes siempre repetidos, si una parte de mí y no ansiara engañarle, escapar este mortal dolor de retroceso
No pronunciaras su nombre en vano
Si una parte de mí en esta solitaria hora en la que nada se dice no se mordiera los labios para evitar nombrarte y encerrarte
El discurso no puede nombrar la forma y la vitalidad del silencio
Si una parte de mí no se escondiera como una fiera herida, agazapada, que se lame la sangre del costado, si una parte de mí no se escondiera
El cielo y la tierra pasarán, pero no las palabras
Si una parte de mi qué triunfal desafío, no negara el arriendo de mi alma y de la tuya, sí una parte de mí no rechazara este vulgar comercio de lealtades
Pues siempre es mejor callar lo que no se puede decir
Si una parte de mí no aferrara el silencio, lo incognoscible, lo inalcanzable, si una parte de mí no despidiera al inasible nombre de las cosas
No perecerá por fuego ni por agua, sino por silencio
Si una parte de mí no deseara conocer la esencia anterior y primordial, la gracia pura que existía sólo cuando no había sido designada. Si una parte de esta salmodia recitada no incluyera las pausas, el silencio
Si una parte de mí no se callara para poder cantarte
Lucía Etxebarría (España)
Del libro "Estación de infierno". Editorial Lumen
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