El vaticinio dice amaneciendo
Gonzalo Rojas.
Mientras tanto qué?
Ni un pájaro lloviendo en las estrellas
y en la cama el ruido furiosamente cierto
del paso del reloj.
Un entusiasmo que no se precipita
más bien es un indócil personaje de los días
que no halla su lugar.
Una especie de conciencia lacerada
se azota solitaria en la penumbra
se espanta por los giros perfectos de ciertos arlequines.
Opio es la palabra inevitable
que adormezca la multitud de ardores trenzados a ese cuerpo
aunque visto así ,de paso, nada parece incomodarle.
Quizás debamos darle la razón
a quien sostiene
que la poesía nunca es suficiente
para calmar una vida desdichada.
Gonzalo Rojas.
Mientras tanto qué?
Ni un pájaro lloviendo en las estrellas
y en la cama el ruido furiosamente cierto
del paso del reloj.
Un entusiasmo que no se precipita
más bien es un indócil personaje de los días
que no halla su lugar.
Una especie de conciencia lacerada
se azota solitaria en la penumbra
se espanta por los giros perfectos de ciertos arlequines.
Opio es la palabra inevitable
que adormezca la multitud de ardores trenzados a ese cuerpo
aunque visto así ,de paso, nada parece incomodarle.
Quizás debamos darle la razón
a quien sostiene
que la poesía nunca es suficiente
para calmar una vida desdichada.
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