Ay Tina, cómo te odié esa tarde. Él se acordó de vos, de tu cabello rubio, exótico. Se desplegó en el aliento, un tiempo como hojas, ido. Y yo no estaba allí, ni siquiera invisible, abstracta entre memorias de barrio. Era entonces la ruta, y es cierto Tina que un corazón puede ser roto.
2 comentarios:
Myriam: me encanta como escribís, me encanta la hondura de tu poesía. Como comentaba ayer con alguien que ambas conocemos: qué bueno que tengas este blog para poder leerla!
Un abrazo grande
Ana: estuve viendo las fotos de las vacaciones, hermosos instantes! bueno, sí, mi blog como un refugio, y un lugar de experimentación. pero además tengo la suerte de tener lectores así, tan generosos... ;) besos!!
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