....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)

sábado, agosto 31, 2024

Un poema de María Paula Alzugaray

La ostra


I

No puedo oír la voz
aquietando la ruega de mi locura
retrocede es tribal de cables humanos
apelándome
con acordes mudos.
No consigo oír la voz.
Es cardumen de palabras aligeradas
vaciándome hasta el nombre.

He muerto con todas mis muertes.


II

Puedo comenzarme,
coronar
la inocencia: obelisco.
Pero el cuerpo va colgando.

-¿Diverge en sus proporciones la ostra?

Yo me he fraccionado en cada separación.



María Paula Alzugaray ( Argentina)
Publicado en "Eternidad en la fuga" ( 1999)
(este libro inédito estuvo publicado en internet, ya no tengo el enlace de esa página)


sábado, agosto 24, 2024

Un poema de Lucas Rodriguez Luis



Niño comienza a contemplar el mundo


Aterrado contemplo
frente a mi imagen gemela
cómo transcurren el pus y las horas,
entre mis labios esféricos,
y me siento como un retrato curioso,
circular como una cornada a tiempo;
no comprendo el porqué de mi viaje,
el porqué de este miedo.


Lucas Rodriguez Luis (España)
Publicado en el e-book "Queda lo Cotidiano" 

sábado, agosto 17, 2024

Un poema de Jorge Reis-Sá

Sabes, padre


sabes, padre
 
el pañuelo beige en las paredes de la desembocadura del río
cubría los árboles con su pelaje, al viento
la gorra azul, marinero de pelo rubio
susurraba pequeñas frases a las aguas silenciosas
tu sonrisa tan ligera, daba ternura a tu rostro
esos anteojos, tu pelo en las tardes de sol

o el barco encallado en la arena breve
al lado del castillo por donde paseábamos
yo tú mamá, dos o tres palabras y mi cuerpo
que se te acercaba a ustedes junto al camino

en estas paredes de la desembocadura del río, abiertos al mar
que volaba


Jorge Reis-Sá (Portugal)
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg
Del libro "A Palavra no Cimo das Águas".
Publicado en https://www.citador.pt/poemas/sabes-pai-jorge-reissa

sábado, agosto 10, 2024

Una canción de Carlos Maria Trindade

La tempestad


La gran nube oscura se va
disuélvese la locura de la tormenta
la marea retrocede ahora plana y lenta
las gaviotas abandonan la tierra sin demora

sobrevuelan en silencio sobre su roca
ya dormida de tanto vacío y espuma
mientras el sol que brilla nuevamente
besa allí toda la arena, ya sin miedo

Fui a ver
Fui a ver
la tempestad
vine a correr

Fui a ver
Fui a ver
la tempestad
vine a decirte

Destrozos de madera en la corriente
dejan ver lo que en otros tiempos fue una proa
pintada con cariño y muchos colores
al estilo de nuestra buena gente

Queda el drama de los que esperan en el acantilado
a quienes Dios ya destinó a la eternidad
y es una lección que contra Dios no existe voluntad
queda la furia calma de la enorme nostalgia


Carlos Maria Trindade ( Portugal)
Canción cantada por Madredeus , puede escucharse en https://www.youtube.com/watch?v=ZxQTyd3jvc0

sábado, agosto 03, 2024

Un texto de Augusto Monterroso

LA SIRENA INCONFORME


    (A mermaid - John William Waterhouse)


Usó todas sus voces, todos sus registros; en cierta forma se extralimitó; quedó afónica quién sabe por cuánto tiempo.

Las otras pronto se dieron cuenta de que era poco lo que podían hacer, de que el aburridor y astuto Ulises había empleado una vez más su ingenio, y con cierto alivio se resignaron a dejarlo pasar.

Ésta no; ésta luchó hasta el final, incluso después de que aquel hombre tan amado y deseado desapareció definitivamente.

Pero el tiempo es terco y pasa y todo vuelve.

Al regreso del héroe, cuando sus compañeras, aleccionadas por la experiencia, ni siquiera tratan de repetir sus vanas insinuaciones, sumisa, con la voz apagada, y persuadida de la inutilidad de su intento, sigue cantando.

Por su parte, más seguro de sí mismo, como quien había viajado tanto, esta vez Ulises se detuvo, desembarcó, le estrechó la mano, escuchó el canto solitario durante un tiempo según él más o menos discreto, y cuando lo consideró oportuno la poseyó ingeniosamente; poco después, de acuerdo con su costumbre, huyó. 

De esta unión nació el fabulosos Hygrós, o sea, “el Húmedo” en nuestro seco español, posteriormente proclamado patrón de las vírgenes solitarias, las pálidas prostitutas que las compañías navieras contratan para entretener a los pasajeros tímidos que en las noches deambulan por las cubiertas de sus vastos trasatlánticos, los pobres, los ricos y otras causas perdidas.




Augusto Monterroso (Guatemala)
Publicado en " La oveja negra y demás fábulas . Editorial Alfaguara (1997)

sábado, julio 13, 2024

Un fragmento de un libro de Patrick O ' Brian

 



"No obstante, solo hay una cosa  que no me gusta", dijo Stephen mientras la orden pasaba rigurosamente por toda la mesa. "La absurda e insistente repetición de la palabra médico". " Por la presente lo nombro cirujano...Se haga cargo del puesto de cirujano...Junto con una asignación para su paga y e avituallamiento para su uso particular, como corresponde al cirujano de la citada corbeta". Es una definición falsa; y una definición falsa es anatema para quien aplica un razonamiento filosófico.

"Por supuesto que es anatema para quien aplica un razonamiento filosófico", dijo James Dillon. " Pero no ese tipo de mentalidad que existe en la Marina, sino otro que gusta de las definiciones falsa. Tomemos la palabra corbeta, por ejemplo"
" Sí", dijo Stephen cerrando los ojos a causa del intenso aroma del oporto e intentando recordar las definiciones que había escuchado.

"Bien, una corbeta, como usted sabe, es en realidad una embarcación de un palo con aparejo de velas de cuchillo. Pero en la Armada, una corbeta puede estar aparejada como un navío, es decir, puede tener tres palos"

" O tomemos la Sophie" dijo el segundo oficial ansioso por hacer su modesta contribución. "Exactamente es un bergantín, ¿sabe doctor?, pues tiene dos palos". Y levantó dos dedos, por si Stephen, al no ser hombre de mar, no pudiera aprehender un número tan grande. " Pero en el mismo momento en que el capitán Aubrey subió a ella se convirtió en una corbeta, porque un bergantín está al mando de un teniente".

"O tomemos mi caso", dijo Jack. "Me llaman capitán, pero en realidad soy capitán de corbeta".

"O el lugar donde duermen los hombres, justo a proa", dijo el contador señalándolo. "Hablando con propiedad, oficialmente, es la cubierta de la batería, aunque nunca ha habido cañones allí. Y unos la llamamos cubierta de palos - aunque nunca ha habido palos en ella tampoco-  y otros la llaman cubierta de batería y a la auténtica cubierta de batería la llaman cubierta superior. O tomemos este bergantín, que no es un verdadero bergantín, ni siquiera con esa vela cuadra mayor, sino una especie de paquebote, o una hermafrodita".

"No, no, querido amigo", dijo James Dillon," no deje nunca que una simple palabra aflija su corazón. Nominalmente son sirvientes del capitán quienes, en realidad, son guardiamarinas; tenemos inscritos en nuestros libros como marineros de primera a chicos jovencísimos que están a millas de distancia, todavía en la escuela; afirmamos que no hemos cambiado ningún brandal , cuando los estamos cambiando continuamente; y juramos muchas otras cosas que nadie cree. No, no, usted puede llamarse a sí mismo como quiera, mientras cumpla con su deber.  La Armada se expresa por medio de símbolos , y a las palabras puede usted darles el significado que prefiera".


Extracto de "Capitán de mar y de guerra" de Patrick O' Brian (Reino Unido)
Editorial Alfaguara (2006)


sábado, julio 06, 2024

Un texto de Marcelo Damiani

 Cuento por encargo


Para Cecilia Valeiras


El barco pirata estacionó frente a mi casa. Los marineros engancharon el ancla en el árbol del vecino y se apostaron a lo largo de la calle mirando hacia adelante con cara de desalmados. Al rato bajó el capitán y golpeó a mi puerta; le abrí, él entró sin ningún tipo de preámbulos y se acomodó en el bar destrozado que me quedó de un fallido cuento de vaqueros. " Usted es escritor, ¿no?", me interpeló en un idioma desconocido; por suerte, los dos manejábamos el mismo código literario. " Si; así es", respondí. " Bien, dijo, necesitamos alguien con mucha imaginación". "Los críticos dicen que yo no tengo ni una pizca", señaé. "Bien, murmuró pensativo, ése es un buen signo". Hizo una pausa; se tomó un vaso de whisky que había por ahí, y me miró. " Mi tripulación y yo tenemos un problema. No encontramos una buena aventura desde hace años. Nadie nos quiere dar lugar en sus historias; dicen que ya no servimos para nada porque estamos pasados de moda...Así que decidimos tener nuestro propio escritor". Lo único que me faltaba, pensé: Piratas con problemas existenciales. "Mire, le dije, los relatos de aventura no son mi especialidad". " Eso no nos importa, masculló, pónganos en el género que quiera". Se puso de pie bruscamente, se dirigió hacia la puerta y agregó: " Le damos una semana. Y no intente traicionarnos. Los dos escritores que lo intentaron ya no pueden escribir más". Y se fue.

Entonces, por las dudas, empecé a escribir este cuento.



Marcelo Damiani ( Argentina).
Publicado en la revista Ñ. 28 ( 2007)

sábado, junio 08, 2024

Un texto de Richard Hough

[...] Parecía que en cualquier momento podría estallar un gran motín. Las ollas de bortsch de carne estaban humeantes y listas en la cambusa o cocina del barco, pero ninguno de los seiscientos hombres presentes lo estaba comiendo. Giliarovsky, todavía inadvertido para todos excepto unos pocos hombres, caminó rápidamente hacia las trampillas abiertas y preguntó qué estaba pasando y por qué los hombres no comían.

“No quieren tocar el bortsch, señor”, le dijo Ivan Daniluc, uno de los cocineros. "Dijeron que deberíamos tirarlo por la borda... y el resto de la carne también". Señaló la mesa más cercana. "Verá, señor, sólo comen pan y agua, aunque a nosotros nos han pedido té y mantequilla". 

Giliarovsky se volvió enojado hacia los hombres más cercanos a las escotillas, que ahora se habían calmado bajo la amenaza de su proximidad, e intentó hacer oír su voz por sobre los gritos del resto de la tripulación. "Silencio, ¿me oyen?" gritó. "¿Qué creen que están haciendo? Esta es una manifestación lamentable. ¿Por qué no comen su bortsch?"

Medio perdido en la confusión de gritos y burlas, Giliarovsky apenas pudo distinguir una o dos frases entrecortadas: “¡Porque la carne apesta!” "Cómelo tú mismo- nos limitaremos a pan y agua". 

Al ver que las condiciones ya estaban fuera de control y ansioso por evitar una humillación mayor, Giliarovsky partió para consultar a su capitán. Pero en el camino se detuvo en la sala de oficiales, detrás de la silla del Cirujano Smirnov, y le dijo en voz baja, para evitar alarmar a los demás, “Señor Smirnov, la tripulación se niega a comer su sopa. Dicen que está en mal estado. ¿Sabe algo sobre esto?"

 “Por supuesto”, respondió el cirujano irritado, “Ya la examiné y dije que la carne que trajeron ayer es excelente. Los gusanos no son más que huevos que han puesto las moscas. Se remueven fácilmente con vinagre y agua”. 

"Gracias, Señor Smirnov". 

El ritmo de los acontecimientos en el Potemkin estaba aumentando rápidamente a medida que más y más oficiales y soldados se daban cuenta de que se avecinaba una crisis, y actuaban en consecuencia. Giliarovsky interrumpió el almuerzo que el Capitán Golikov estaba tomando en su camarote y le informó de la situación. “Habrá que hacer algo, Señor, ahora mismo”, le dijo con urgencia.


Richard Hough (Reino Unido)
Extracto de "The Potemkin Mutiny" 
Editado por Severn House Publishers (1960). 
Traducción del inglés por Myriam Rozenberg

sábado, junio 01, 2024

Una fábula de La Fontaine

 El delfín y el mono


Tenían los griegos la costumbre, viajando por el mar, de llevar en sus navíos perros y monos con ellos. Un barco con tal equipaje naufragó cerca de Atenas. De no ser por los delfines, nadie se hubiera salvado. Este animal es muy amigo del hombre, cuenta Plinio en su historia, y debemos creerle.

Salvaron, pues, los delfines cuanto pudieron. Hasta un mono en ese trance, gracias a su parecido humano, creyó poder deberles la vida. Un delfín que lo tomó por un hombre iba ya a dejarlo salvo y sano en la orilla, cuando por azar le pregunta:

-¿Eres tú el de la gran Atenas?

-Soy - contestó- mono y muy conocido. Si un día me necesitas, puedes buscarme; mis parientes ocupan los principales puestos , un primo mío es arconte.

- Infinitamente agradecido-repuso el delfín-. ¿También el Pireo tiene el honor de conocerte? ¿Le ves, me figuro, muy a menudo?

- Todos los días; es gran amigo mío desde hace muchos años.

(El macaco tomó el nombre de un puerto por el de una persona. Nada tiene de extraño, pues hay muchos que confunden cualquier burgo con Roma, y hablando a tontas y a locas dicen todo lo que no han visto).

Ríese el delfín y vuelve la cabeza , advirtiendo, al ver el mono, que del fondo de las aguas solo ha salvado un macaco. Con lo cual lo lanza de nuevo al mar, yendo a buscar a algún hombre para salvarlo, si puede.


Jean de La Fontaine ( Francia)
Publicado en Fábulas completas. Edicomunicación S.A. ( 1997)

sábado, mayo 25, 2024

Un poema de Gerardo Diego


Oso


Me salté el Panamá a pie juntillas
e hice dos flexiones musculares
sobre la barra fija
del trópico de cáncer.

la singladura
comienza con buen tiempo.
Viento flojo del Sur,
mar rizada del viento,
cielo claro
y horizontes despejados.

Llegué a la playa a nado
y tuve por escolta
legiones de hipocampos.

Me puse un bañador;
por no esperar al práctico,
híceme un distraído
veraneante acuático.


Gerardo Diego ( España)
Publicado en "Ochenta poemas de la generación del 27"
Coedición Centro Cultural Generación del 27 y Área de Cultura y Educación, Diputación de Málaga
Consejería de Educación de la Junta de Andalucía ( 2007)

sábado, mayo 18, 2024

Un texto de Carlos María Domínguez

Los rumores de que un submarino anda detrás del Talk of the town después de hundir tres buques, dirige la atención de Guy a los oficiales y al capitán , notoriamente concentrados en cerrar la boca. Durante la mañana y la tarde los pasajeros se pasan binoculares de mano en mano para mirar el océano en busca de de un periscopio o la aleta de un torpedo debajo del agua. La expectativa crece sin novedades y con el paso de los días la gran superficie se vuelve irritante. Cada pedazo de nada oculta un enemigo, la mayoría de los pasajeros conversan sobre los protocolos, los silencios se han vuelto tensos y los encuentros de las parejas en la noche, más nutridos. En el puente de mando la atención sobre el radar es permanente, también sobre el equipo radioeléctrico,el capitán ordenó un curso en zigzag y un apagón nocturno que obliga a moverse en penumbras. Los oficiales han pedido que las linternas lleven alguna veladura-sólo por precaución, dijeron con la reserva de los médicos- y Guy le colocó a la suya un pañuelo de seda para moverse por el barco, pero se lo quita cuando traduce en la cucheta, después de cubrir el ojo de buey con un saco.


Carlos María Dominguez ( Argentina)
Extracto del libro " El idioma de la fragilidad". Tusquets Editores (2017)

sábado, mayo 11, 2024

Un poema de Ricardo Miró

La canción del marinero


Ya la barca abrió las alas, como un pájaro en la sombra;
se estremece como un águila que el vuelo va a comenzar
y me invita dulcemente... ¿Quién me llama?... ¿Quién me nombra?...
No tengo a nadie en la tierra... Voy a ver qué me da el mar...

El mar está pensativo... Se dijera una laguna
que se ha quedado dormida, de tanto, tanto pensar...
Yo me voy al horizonte para embarcarme en la luna
cuando la luna aparezca rompiendo el agua del mar...

Quiero irme lejos, muy lejos... Adonde ni el pensamiento
con sus alas poderosas me pueda nunca alcanzar...
La barca me está esperando con la vela abierta al viento...
No tengo a nadie en la tierra... Voy a ver qué me da el mar...


Ricardo Miró (Panamá)
Publicado en el libro "Poesía selecta" (2018) de la Academia Panameña de la Lengua

sábado, mayo 04, 2024

Un poema de Héctor Miguel Angeli

La pausa


Quédate, quédate así,
sobre la playa
pero en el sueño...
Un leve movimiento
y las velas de los navíos
pueden asustarse
y retroceder hasta la zona oscura.
Quédate así,
en el ajustado lecho de un poco de dicha.
Las arenas también sueñan
esa distancia que siempre te devora.
Puede crecer el rumor de la brisa,
las olas pueden incendiarse
tras la demencia del follaje.
Gente puede llegar. Es el verano.
Pero nada debe turbarte.
Quédate así,
en el seno del fulgor,
como quien ha caminado mucho
y se acerca a un descanso misterioso.


Héctor Miguel Angeli (Argentina).
Publicado en el libro " Frutos sobre la mesa". Ediciones El mono armado.

sábado, abril 27, 2024

Un poema de Emmanuel Taub

VIII. 


Postal del mar
Es mío el cuerpo
sobre el vértice
de cara al horizonte
esperando por caer en el vacío.
Es mío
el horror en tus ojos
es mío.

Frente al mar 
la soledad es un náufrago.



Emmanuel Taub  (Argentina)
Publicado en Veinticuatro. Alción Editora (2006)

sábado, abril 20, 2024

Una canción de Monda

Es tan triste ver partir


Allí va una embarcación
Por ese mar abierto
Por aquellos que van ahí
Hay mucha gente que llora
Es tan triste ver partir
Un barco del continente
Para Angola o Mozambique
Allí va otro contingente
Tanta lágrima perdida
Cuando un barco deja el muelle
Adiós mi madre querida
No sé si regresaré pero
Me voy para Lisboa
Porque la vida acá está mal
En búsqueda de cosas buenas
Busco, no encuentro acá
Hay mucha gente que llora
Con penas en el corazón
Por ese mar abierto
Allá va una embarcación


Canción popular  ( desconozco de qué país. Acepto datos de confirmación).
Arreglos: Jorge Roque / Pedro Zagalo / Der Medinas.
Publicado en el álbum "Cal" de la banda Monda ( Portugal).

Traducción al español desde portugués por Myriam Rozenberg

sábado, abril 13, 2024

Un poema de George Bradley

Donde el azul comienza


En el sur del Adriático, donde comienza el azul,
Vinimos a descansar un rato y jugar.
En las islas cubiertas de sol conocidas como Tremiti,
Donde la brisa sopla frescaY los pinos tiemblan y el mar salado
Lava a gente como tú y como yo,
En el sur del Adriático, en la espuma arrastrada por el viento.
En el agua más azul, justo donde comienza,
Vinimos a jugar un rato, llegamos a descansar.
En costas rocosas de calas áridas,
Cuando llegaron las olas y el agua salpicó
Y la luz del sol reflejada saltó y brilló
Entre los acantilados, los salientes y las grutas,
En el Adriático, donde este tipo de cosas empiezan.
En el agua azul clara que traen las olas
Fuera del soleado mar Adriático,
Vinimos a descansar y jugar y bañarnos,
Mientras los pinos se balanceaban en los acantilados de arriba
Y el viento dispersó la espuma salada del mar,
En el soleado Adriático, donde comienza una forma de vida.
Vinimos buscando una inmersión, para encontrarnos
En aguas lo suficientemente claras como para explorar
Un fondo profundamente azul, al verlo parecía
Incluso Grecia o cualquier otro sitio.
Que el agua lavada así o el sol pudieran encenderse así,
Vinimos a vernos en un mundo de sueños,
Que las palabras podrían trasmitir lo que implica el lugar,
Ese lugar podría terminar lo que una palabra genera
Vinimos buscando el agua más clara, el cielo más soleado,
Vinimos, tú y yo, a ver lo que se vería
Inmersos en aguas perfectamente azules,
En olas iluminadas por el sol que llevaban su oscuro secreto,
Pequeños huéspedes conocidos como medusas, cuyos frágiles brazos
Observaron, picaron y quemaron todo el día.
Y levantaron el rubor que floreció en nuestras pieles,
Agravado por el sol y las salpicaduras,
Con nuestros propios intentos de abrazarnos uno al otro,
Mientras nadamos fuera de nosotros mismos y fuimos arrastrados,
En el sur del Adriático, donde comienza el azul.


George Bradley (Estados Unidos)
Publicado en Poetry Foundation
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

sábado, abril 06, 2024

Un fragmento de un libro de Jesús Carrasco

Iosif me arrastró hasta aquí, pero ahora soy yo la que permanece. Tras su retiro y posterior deterioro, bien podríamos haber regresado a la patria, a la vida de los salones. A los cristalinos barnices que realzan la nobleza de los muebles de palisandro. Al timbre poderoso y resonante de las violas de Cremona. A los centros de flores de granado, jazmines y espigas secas- A las fuentes de carnes bien trinchadas,a los ligeros postres, a los vinos madurados en las mejores barricas del continente. A la belleza y el refinamiento de las mentes más elevadas y sutiles. Pero aquí estamos, estoy, frente a ese hombre humillado. Frente a esa sombra inquietante cuya presencia he consentido.

Recuerdo el día en que embarqué con destino al puerto de Sevilla. Recuerdo la humedad de la brisa marina y su frescura y el olor a marisco. Recuerdo mi ensueño de aquel entonces. Partía, inflamada de amor, hacia las nuevas colonias españolas. A los territorios en los que mi prometido había servido con honor y valentía. Hacia un rincón del continente que resonaba en mí del mismo modo que Simla, Zanzíbar o Suez. La grandeza de nuestra cultura, pero bañada aquí por la resplandeciente luz del sur, atemperada con su clima benigno, tan alejado de nuestros duros inviernos. En esta lugar, todo había sido dispuesto para albergarnos. Jóvenes, cultivadas, amantísimas hijas de la patria que corríamos a reunirnos con nuestros prometedores esposos. Este pueblo era el regalo, el premio a una juventud consumida en la batalla allí donde el Imperio lo había reclamado.

Nuestro buque atracó en el puerto de Cádiz y allí trasbordamos, guidas por cadetes, a una goleta afilada y galante con la que remontamos el Guadalquivir hasta Sevilla. Recuerdo a Iosif de pie en el muelle de la Sal, esperándome. Llevaba dos años sin verle. Íbamos a casarnos en España. Íbamos a comenzar una vida dichosa en una tierra bendecida. Nuestro lugar en el mundo.




Jesús Carrasco ( España)
Extracto del libro "La tierra que pisamos". Editorial Seix Barral (2016)

sábado, marzo 30, 2024

Un poema de Héctor Pedro Blomberg

Las dos irlandesas


Aquí estoy con los chinos y las dos irlandesas
que llegaron a bordo del Jamaica Marú;
Maggie, la mayor, tiene ojos como turquesas
y bebe gin en este viejo bar del Dock Sur.

Nancy, la menor de ellas, parece una gitana,
pero nació en el barrio más pobre de Dublín;
arde en sus ojos negros una pasión lejana
y en su pálida frente hay una cicatriz.

De dónde las trajeron los chinos taciturnos
Maggie me habló al oído: “los conocí en Shangai...”
(En el bar se morían los murmullos nocturnos
y en los labios de Nancy se apagaba un cantar...)

El Marú había partido con rumbo a Yokohama.
Maggie me amó en las noches siniestras del Dock Sur;
me hablaba de su vida errante, y una llama
de pasión palpitaba en su mirada azul.

Nancy, junto a nosotros, cantaba dulcemente
canciones misteriosas de la China y del mar.
(Quién las llevó de Irlanda al infierno de Oriente,
y por qué las trajeron los chinos de Shangai).

Pero yo amaba a Nancy, la irlandesa morena;
los chinos, silenciosos, miraban a las dos;
las casuchas dormían bajo la luna llena
y en los negros navíos temblaba un resplandor.

¡Nancy! ¡Nancy! Una noche su canción quedó trunca;
los chinos dormitaban borrachos de chandú...
¡Pobre Maggie! Esa noche bebió más gin que nunca
y se arrojó a las aguas oscuras del Dock Sur.


Héctor Pedro Blomberg ( Argentina)

sábado, marzo 23, 2024

Un poema de Alda Lara

Abandono

 

¡No ices las velas, marinero!
¡No gires el timón!
No luches siquiera…
(¿Para qué, luchar?)
Déjate llevar, como el mar,
al capricho
de las mareas de un día…
Como cuerpo para volver a encender
la maresía…
el olor embriagado de luz
y el alma,
embrujada en algas,
para fluctuar…
¡Déjate llevar!

Y si la tormenta te quiebra
los mástiles,
y te rasgan
las velas
y no para
de rugir,
¡no grites!
¡No tengas miedo!...
En las noches-secreto del mundo
verás cómo es bello
dormir tan envuelto
de viento y luz de luna…
Déjate llevar como el mar…
Sereno y perdido
en la paz
sin recurrir al mar



Alda Lara (Angola)
Publicado en "O mar, o rio e a maternidade na poesia de Alda Lara". Autor: Sávio Roberto Fonseca de Freitas.
Revista Ecos
Programa de Pós- graduação em Estudos Literários/ UNEMAT
Programa de Pós-graduação em Linguística/ UNEMAT
Centro de Estudos e Pesquisas em Literatura
Centro de Estudos e Pesquisas em Linguagem (2020)
Traducido del portugués al español por Myriam Rozenberg

sábado, marzo 16, 2024

Un poema de Antonio Requeni

Una piedra recogida en una playa de Creta


El don de la vida me ha sido concedido
para estar hoy aquí, para ver este mar
que vieron, como yo, otros húmedos ojos
hace mil, dos mil años,
y alzar entre mis dedos una pedira
devastada que trajeron las olas
como botín inútil arrancado a los siglos.
¿Qué es una piedra? Nada, nada más que una piedra
a la que le fue negada la gracia de vivir.
(Dichoso el árbol que es apenas sensitivo
y más la piedra dura porque esa ya no siente).

Nada siente esta piedra y sin embargo
estará cuando todos-tú, lector, yo, poeta-
no seamos siquiera la resaca
que la espuma abandona en las orillas.
Esta piedra en mi mano, resto fósil del tiempo,
no sostuvo una torre, no fue estatua o palacio,
no dio alegría para siempre, pero
quizás un día Ulises la llevó hasta sus ojos
y distraídamente la devolvió a las aguas
que oscurecieron su color de vino.
O tal vez una noche Kazantzakis
la pisó mientras iba leyendo en las estrellas
el ardiente mensaje que inspiró su epitafio.
Ella es muy poco entre mis dedos, sólo
superficie pulida, peso leve: una piedra;
pero en su inerte forma late, oscuro el enigma
de lo que pasa y lo que permanece.




Antonio Requeni ( Argentina)
Publicado en Revista Ñ. 28 (2006)


Nota: El verso " Dichoso el árbol que es apenas sensitivo/ y más la piedra dura porque esa ya no siente" pertenece al poema "Lo fatal" de Rubén Darío.

sábado, marzo 09, 2024

Un poema de Alberto Laiseca

Tú y yo


La arenisca penetra en mis cejas y en tu pelo.
La muerte tiene ojos de almendra,
cuando extiende su Decreto Imperial.
Sólo una huella de ceniza
es la imagen del espejo destrozado.
Sin duda, mañana, algún día,
haciendo equilibrio en el borde de una campana vuelta de revés,
un sonido más fuerte nos sacará del circulo
empujándonos hacia el fondo.
Mañana, algún día,
emprenderemos viaje a los Torrentes Amarillos *
donde la luz se detiene
y el sonido se sumerge en la madera celestial.
Pero hoy, el cerezo del árbol, tiene más realidad
que los diez lejanos ángulos de la tierra.
Hoy estamos juntos, tú y yo.



Wu Yang Tsu. Dinastía Shang.


*Esta antigua alegoría china significa La Muerte

(aclaración del autor)


Alberto Laiseca ( Argentina)
Publicado en el libro "Poemas chinos". Editorial Gárgola (2005).

sábado, marzo 02, 2024

Una canción de Amália Rodrigues

Fui al mar a buscar sardinas







  Mercado do Bolhão (Porto-Portugal)
Foto: Myriam Rozenberg (06.06.23)



Fui al mar a buscar sardinas
Para darle a mi amor
Me perdí en las ventanitas
Que espiaban desde el vapor

A espiar allá desde el vapor
Vi la cara de un francés
Y sea allá como sea
Voy al mar otra vez

Yo fui al mar otra vez
Allá el vapor de agitado
Ahí ya no vi al francés
Vine de allí toda mojada

Saltó de mi toda esperanza
Saltó del mar la sardina
Salta la pulga de la balanza
No pasa nada, no era mía

Voy al mar a buscar sardina
Ya me olvidé del francés
La idea no es mía
Ni  mía ni tampoco de ustedes

Cosas que me hago idea
Después de haber ido al mar
Será que me entró arena
Donde no debía entrar

Puede no tener sentido
Puede que el verso no quepa
Pero no querrían saber
Lo que me he reído

No es para adivinar
Que no me gustan los acertijos
Ya saben que fui al mar
Y fui allí a buscar sardinas

Sardina que anda en el mar
Debe estar reconfortada
Tiene agua, sabe nadar,
¡Desearía ser sardina!


Letra: Amália Rodrigues ( Portugal ) - Música: Carlos Gonçalves (Portugal)
Traducida del portugués por Myriam Rozenberg

sábado, febrero 24, 2024

Un tango de Raúl Garello

Aquel viejo marinero


Las calles de la Boca lo veían
con su pipa, su sombrero y su distancia
y todo el aluvión de fantasías
que con su ronca carcajada regalaba
con ese vozarrón de marejada
habitaba el almacén y las mañanas
y en el bolsillo grande de su traje
bailaba siempre una botella de coraje.

rostro mágico y curtido
navegante de los mares y la soledad
su perfil de aventurero
recaló en los remos
de aquel bote fuerte y viejo como él
el rumor del Riachuelo
quiso hacerlo su botero
navegándole la voz
pero el viejo marinero
en silencio una mañana
dejó el río y se fue al mar.

A veces repetía y maldecía
con su copa, su tabaco y su misterio
y erguía con su vientre de gigante
mil secretas profecías de otras tierras
con ese pantalón viejo y raído
caminaba por las calles su riqueza
y en sus ojillos pícaros de viajes
brillaba siempre la muchacha del tatuaje.


Raúl Garello ( Argentina)
Publicado en Todo tango

sábado, febrero 17, 2024

Un fragmento de un libro de José Eduardo Agualusa

Cuando Diogo Cão y sus marineros desembarcaron en la desembocadura del Zaire y preguntaron a los hbitantes cómo se llamaba la región, se les dijo que era Soio. Pero Diogo Cão advirtió que los naturales le habían respondido en buen portugués que era “Sueño, señor” y quedó maravillado, no tanto por encontrar, en aquel fin del mundo, gente cultivada en el idioma lusitano sino, sobretodo, por la excelencia y propiedad del nombre.

El cielo se movía y gritaba con pájaros largos, los pantanos pulsaban extrañas formas de vida y el río se explayaba, oscuro y pesado, por dentro del mar y era tan largo allí que la otra margen se confundía con el horizonte. 

En 1953 el paisaje era todavía casi idéntico, pero la ciudad ya no se llamaba Sonho, y sí Santo António do Zaire. En aquel año, el mismo año en que Lídia se mudó para Berlín, nació allí un niño que recibió el nombre de Tiago, más concretamente, Tiago de Santiago da Resurreição André. Fue el primer niño, después de siete hermanas. El padre era ayudante de enfermería, natural de la región, y la madre era una señora de M'Banza Congo, que se dedicaba al comercio de telas y sevanagloriaba de pertenecer al linaje real Bacongo. 

Santiago tenía una memoria prodigiosa. Contaba episodios de su infancia, detallando los más mínimos detalles, de tal manera que yo estaba convencido de que los estaba inventando mientras hablaba. Tiempo después estuve seguro de que no. Yo estaba acostumbrada a hacer un juego: le leía una página de un libro, sin pausas o repeticiones, y una semana después venía a visitarme y me repetía letra por letra aquello que yo le había leído. Raramente fallaba. 

La madre de Tiago quería que él fuera sacerdote. Pensaba, tan pronto como el niño tuviera edad suficiente, enviarlo al Seminario. Pero las cosas no ocurrieron así. Un día, en febrero de 1961, el padre de Tiago llegó a casa muy nervioso. “Parece”, susurró, “que sucedió algo muy malo en Luanda, confusiones entre negros contra blancos, blancos contra nosotros. Una gran desgracia”. Al día siguiente se supo que las cárceles de la capital habían sido atacadas por grupos de hombres armados con cuchillos y machetes y que los portugueses, locos de odio y priincipalmente de miedo, habían caído sobre los musseques* y estaban matando gente.



José Eduardo Agualusa (Angola) 
Extracto del libro "Estação das chuvas"
Dom Quixote Publicações (1996)
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg

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* musseque: es un barrio muy humilde, con casas precarias, lo que sería una villa de emergencia en Argentina o una favela en Brasil. El término es usado en Angola.

sábado, febrero 10, 2024

Un poema de Kurt Brown

Pescador 


Un hombre pasa su vida entera pescando en sí mismo
buscando algo grandioso. Es como un barco perdido, lo suficientemente grande
como para batir todos los récords. Pero él sólo ha oído rumores, mitos, 
vagas promesas de asombro. Sólo ha sentido la sombra 
de algo enorme oscureciendo en su vida. ¿O no? 
Tal vez sea la sombra de otros peces, más grandes que la suya, 
la sombra de las almas de otros hombres pasando sobre él. 
Cada día toma su equipo y emprende su camino 
hacia el océano. Al menos de está seguro de eso: ¿o no? ¿Es el océano 
o el pequeño charco de sus lágrimas? ¿Es este su bote 
o los tableros deshilachados de su ego, arrasados por la tormenta? 
Se aleja, sintiendo la tierra caer bajo sus botas. 
Pronto estará a la deriva bajo las nubes, el viento susurrando halagos 
en sus oídos. Podría ser hoy: el agua se mueve 
y se asienta como un pecho*. . . No está muy lejos. 
Es todo tan placentero, tan reconfortante--la luz del sol,
las olas. Volverá pronto pensando: "Quizás esta noche". 
La noche con sus ocultaciones, su sombra enmascarando todas las demás sombras. 
La noche con su intimidad, sus estrellas seductoras y lejanas.




Kurt Brown (Estados Unidos)
Publicado en Poets.org
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg



* En el original aquí figura la palabra “chest”. Chest fue ser tanto pecho, como cofre, como la mochila donde los pescadores colocan los accesorios para la pesca. Elegí la palabra pecho, que suele inflarse y “asentarse” luego de largar el aire.

sábado, febrero 03, 2024

Un poema de Pedro da Silveira

Vila das velas – São Jorge

 

En esta isla, sobre la punta extrema

Donde el sol despierta

Habitó Willen van der Haaghe

 

(Tiempos antiguos, flamencos

De la Aventura.

En paz descansen. Dejemos eso:

Genealogías sepultadas)

 

Me gusta un paisaje así:

Áspero,

Duro,

Varonil

-bello!

 

En los ojos de las mujeres todavía existe

La nostalgia de las campinas rasas*

De más allá del Passo de Calais.

 

Pedro da Silveira (Portugal). Del libro Diário de Bordo.

Publicado en https://picodavigia2.blogs.sapo.pt/tag/psilveira

Traducido del portugués por Myriam Rozenberg

 

 

*campinas rasas: ya expliqué la dificultad en la traducción de este término en mi posteo de José Afonso en https://elescaramujo.blogspot.com/2023/09/una-cancion-de-jose-afonso.html

 

sábado, enero 27, 2024

Un poema de Julia Donaldson

Ocho tentáculos



Si tan solo tuviera un pulpo
Pronto terminaría mis tareas domésticas. 
Lo pondría a trabajar en la aspiradora
Con el tentáculo número uno. 
El tentáculo dos agarraría un trapo de piso
Y empezaría en el suelo de la cocina
Mientras quitaría el polvo y puliría los muebles 
Con los tentáculos tres y cuatro. 
El tentáculo cinco abriría la canilla. 
Y emprendería el lavado 
Mientras el tentáculo seis se tomaría un merecido descanso 
Y acurrucado alrededor de una taza de porcelana. 
El tentáculo siete haría las camas. 
Y pondría derechas todas las almohadas, 
Y todo el tiempo estaría haciendo equilibrio 
Sobre el tentáculo número ocho.


Julia Donaldson ( Escocia)
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

sábado, enero 20, 2024

de números y costos

La belleza de la matemática desaparece cuando se usan los números para asentar las horas de un trabajo. O más aún, limitarlas a esas cuyas tareas constituyen una inversión.

Una es simplemente una farmacéutica y no un contador, entonces, esa tarea aparentemente sencilla, se complica.

En mi condición de conocedora de ingredientes de un medicamento, ignoro la suma que se ha dado en llamar costo. Resultado importante, padre de todos los precios.

Registro las horas mías, las de ellas, las de aquellas. Y no solo los momentos productivos.

Para saber el tiempo preciso, he de detenerme especialmente en los días de enfermedad, de estudio, de vacaciones: los momentos repletos de vida que se desaprovechan.

sábado, enero 13, 2024

Un poema de Homero Aridjis

El ojo de la ballena


Y Dios creó las grandes ballenas.
Génesis, I, 21


A Betty



Y Dios creó las grandes ballenas
allá en Laguna San Ignacio,
y cada criatura que se mueve
en los muslos sombreados del agua.

Y creó al delfín y al lobo marino,
a la garza azul y a la tortuga verde,
al pelícano blanco, al águila real
y al cormorán de doble cresta.

Y Dios dijo a las ballenas:
«Fructificad y multiplicaos
en actos de amor que sean
visibles desde la superficie

sólo por una burbuja,
por una aleta ladeada,
asida la hembra debajo
por el largo pene prensil;

que no hay mayor esplendor del gris
que cuando la luz lo platea.
Su respiración profunda
es una exhalación».

Y Dios vio que era bueno
que las ballenas se amaran
y jugaran con sus crías
en la laguna mágica.

Y Dios dijo:
«Siete ballenas juntas
hacen una procesión.
Cien hacen un amanecer».

Y las ballenas salieron
a atisbar a Dios entre
las estrías danzantes de las aguas.
Y Dios fue visto por el ojo de una ballena.

Y las ballenas llenaron
los mares de la tierra.
Y fue la tarde y la mañana
del quinto día.


Después de un viaje a Laguna San Ignacio,
1 de marzo de 1999


Homero Aridjis (México)
Publicado en Cervantes virtual

sábado, enero 06, 2024

Un poema de Kazis Boruta

El Báltico


Una noche ventosa el sol
se hundió en el Mar Báltico.
Los pescadores de ámbar zarparon
en el Báltico para pescar el sol.
El Báltico formó espuma a través de la noche.
Por la mañana los pescadores trajeron
el sol hacia la orilla en una barcaza de color ámbar.


Kazis Boruta (Lituana)
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

sábado, diciembre 30, 2023

[Me escabullo]

Me escabullo.

El cree que me encuentra.

Me hago transparente.

No quiero sexo. Estoy en ese tiempo en que se hiberna.

Siento más placer en las palabras que se desangran en los libros, en la tarde enamorada del sol, en el tacto de la poesía.

Su verde no me excita.

Amigos que se arriman en silencio.

Hablemos de todo lo que quieras, sin intercambio de fluidos.

domingo, diciembre 24, 2023

comentarios sobre tres libros

En las últimas semanas leí algunos libros que confluyen entre sí por tratar diferentes aspectos del judaísmo.


El más liviano, que me sacó varias sonrisas, es el libro "Nunca bailes en dos bodas a la vez" del argentino Carlos Ulanovsky, que describe las aventuras de un animador de fiestas durante el casamiento de un par de jóvenes. Podría ser la inspiración de un corto; me hizo acordar al episodio "Hasta que la muerte nos separe" de la película "Relatos salvajes". Una novela llena de rikudim y knishes. Para pasar el tiempo y divertirse.
Después vienen las historias potentes, las que movilizan y dejan pensando.
"El que mueve las piezas" de Ariel Magnus, también argentino, que inventa un encuentro entre el apasionado por los libros que fue su abuelo judío alemán con ajedrecistas que llegan a un participar en un torneo mundial en Argentina.
En un momento me generó ruido, que entre tantos famosos, no nombrara a Miguel Najdorf, después lo mencionó en forma fugaz.
Para el abuelo de Magnus hay dos espacios de salvación: el geográfico, nuestro país, Argentina, y el físico: el libro, donde es posible la libertad más genuina.
Hay un encuentro imaginario, también, entre abuelo y nieto escritor, cosa que también me hubiera gustado que me sucediera.
De Magnus ya leí hace mucho tiempo el libro " La abuela", sobre su ídem, víctima del nazismo.
Por último, el libro que terminé hoy, breve, una nouvelle quizás, es "Dora Bruder", de Patrick Modiano, un autor francés que fue premiado con el Nobel de Literatura.
Es la historia de una adolescente judía, Dora, que desaparece en plena ocupación alemana a Francia. A través de la investigación que hace el autor, décadas después, encuentra rastros de la biografía de la joven, pero, sobre todo, empieza a identificar en los pocos registros que se conservan, a tantos otros que fueron secuestrados y llevados a los campos de concentración y cámaras de gas, anonimizados por el abrumador número de la barbarie.
Todas estas personas tuvieron padres, esposas, hijos, novios, pasiones y sueños pero sus nombres fueron borrados no solo de los archivos, sino de la memoria colectiva. Es como si nunca hubieran existido.
Conozco esa sensación. Eso me pasa cada vez que reinicio el árbol genealógico de mi lado paterno. Decenas de familiares asesinados en los campos de concentración de los que apenas se encuentran trazas en los archivos polacos.
En "Dora Bruder" se denuncia, en forma aséptica, casi periodística, la participación de los franceses como colaboradores de los nazis, desde los puestos más altos hasta los vecinos más cercanos. Estos personajes se mezclaron con los miembros inocentes de la sociedad, luego de la guerra, sin tener que pagar por esos delitos.
Estos tres libros son diferentes abordajes de temáticas judías. Hay momentos para llorar, reflexionar, momentos para seguir casándose y perpetuándose y también momentos para reir.
Hay un tiempo para cada cosa, como nos enseña tan sabiamente Kohelet.



sábado, diciembre 23, 2023

Un poema de Aileen Cassinetto

Pequeña historia de viaje

 


La culpa, querido Arcturus, no está en tu estrella.
Me temo que malinterpretamos los oleajes
como exploradores que confunden un continente con otro.

“Colón extendió Asia hacia el este hasta que Japón casi besó las Azores.”
“La flota del tesoro china había sido suspendida mucho antes de que Magallanes se hiciera a la mar”.

En otras palabras, ellos fueron imprecisos y perecieron.

(Mirad el vuelo de los pájaros en el aire enrarecido,
desde el lugar de reproducción hasta el lugar de invernada.
Mirad la intención y su pariente, la precisión.)

Sea como fuere, siempre estuvimos destinados al movimiento.

Mira cómo la Ruta de la Seda estaba pavimentada con huesos de caballos.
Y más que gusanos de seda de contrabando, traía azúcar, plata,
papel: un cambio total del mundo.

Mira cómo floreció el comercio de especias,
apuntalando un imperio, sus galeones, implacables portadores de un comercio de esclavos de Manila a Acapulco.

El mundo obtuvo su canela, su cacao, su casia y su cardamomo,
su lapislázuli y su rubí balas- antiguo y veteado de zafiro.
Somos apasionados por viajar.

Y los más valientes de nosotros miraron hacia arriba y recordaron todo-
la estrella fija, las cacerolas, el rey, la reina, el cuidador de las osas-
rojiza y la cuarta más brillante en todo el cielo nocturno, querida,

recordaron también al cardenal de los viejos campos y de cada borde de camino-
brillantemente azul y a veces verdadero- en el mismo cielo nocturno,
deambulando su camino a casa.


Aileen Cassinetto (Filipinas)
Publicado en Poets.org
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

miércoles, diciembre 20, 2023

Cosas vistas por ahí


"El vientre de la escalera"

Foto : Myriam Rozenberg
Tomada el 05.03.27 en la estación Dorrego, del subte B, Chacarita - Buenos Aires



sábado, diciembre 16, 2023

Un poema de Marco Antonio Madrid

Mutaciones


Hasta el duro cielo de estas rocas
Ha llegado el mar.
En él, recuerda el agua
Su antigua germinación de sombra,
El paso del ánade y la huella
Acaso feliz de algún hombre,
Se confunden con las hojas que caen
De la lluvia.
Cenizas, nostalgia… hojas manchadas
De luz que el viento aún esparce
En algún lugar de la memoria.
Hasta el duro cielo de estas rocas
Ha llegado el mar.
Bajo su oleaje, la palabra
En los labios, descansa.


Marco Antonio Madrid ( Honduras)
Publicado en Cardenal Revista

sábado, diciembre 02, 2023

[La multitud duerme abrazada...]

La multitud duerme abrazada
en una grandiosa tienda que navega.
 
¿Qué hacemos? ¿Cuánto esperamos?

El aroma a aceituna nos abrió el apetito.
¿Acaso hay algo más que olas en las entrañas de la tierra?
¿Hay otra cosa que el polvo
que se desprende
del roce indecente de nuestra piel,
adheridos,
como estamos,
uno con el otro,
espalda contra espalda?

¿Cómo se mide la espera de un animal con alas?
¿En el trasluz de su canto prodigioso?

¿Cómo será su insignia?

¿Racimos triturados sobre la borda?
¿O la presencia de larvas de mosca blanca?

Hay una juventud que añora lo que nunca tuvo:
árbol, suelo, calma.



(De la serie El Tanaj revisitado)

sábado, noviembre 25, 2023

Un poema de Francisco Ivan

 

[un barco escucha ecos de cruzadas saladas en la mente del poeta]

 

Siempre al mar
Sentado, mirando,
Sin hacer nada.
Y un barco está allí,
Arrojado en la arena después de tanta sal,
Salpicado por las estrellas.
Siempre al rio.
¡Las velas! Un seco trapo amarillento
En él solo habitando ecos.



Francisco Ivan (Brasil)
Publicado en “A poesía de Francisco Ivan” de Ciro Soares dos Santos. Editora IFRN (2021).
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg

sábado, noviembre 18, 2023

Una cantiga tradicional portuguesa

La ropa del marinero

 


La ropa del marinero
y la ropa del marinero
no es lavada en el río.
No es lavada en el río.

Y es lavada en el mar alto
y es lavada en el mar alto
y a la sombra de su navío.
A la sombra de su navío.

Y a la sombra de su navío
Y a la sombra de su navío
No es lavada en el río
es la ropa de mi amor


Cantiga tradicional (Portugal)
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg


(Encontré muchas versiones en la red y opté por ésta. En Youtube y Spotify pueden escucharse muchas canciones con esta letra y agregados, en diferentes ritmos folklóricos portugueses.
Si alguien se ofrece a pasarme algún texto más formalizado, por favor, contactarse a mi correo)

 

sábado, noviembre 11, 2023

{La escudilla revela...]

 [ La escudilla revela...]



La escudilla revela
la potencia
de los recuerdos
de la infancia
agrios, punzantes, dolorosos

Señora Cho,
aún siento el aroma del kimchi
en las habitaciones de mi casa

sábado, noviembre 04, 2023

Un poema de Pedro Nicolás Carrizo

La Hora Justa


¡Las Elisas llegan tarde!

¡Corrijan el tiempo!
¡Un arpón al agua que detenga el reloj de las olas!

Yo tengo las arenas lejos

Y la copa con cinta transparente.

Un pedacito de planisferio
Me cuelga en una pestaña

Por los sismos que la frenan.
¡Conviertan el mundo con otros relojes
que las Elisas llegan tarde!

Y el sol lleva duda de cueva.
Una pastilla con engranajes concientes
Que no derrumbe la puerta de esperarla
Ni el ojo de dios en una ventana rota.

¡Ahí amor de ecos que suben escaleras!

Un mordisco de ojos
He retratado en los recuerdos
pero los surcos son filos de mar
de una bailarina que no me danza

y humedad.
¡Corrijan el tiempo!
¡Los bosques crecen!
¡Las orejas se extienden con espejos de elefantes!
¡Las Elisas llegan tarde!

Voy... corriendo... poesías...
aunque sea tarde
morir ayer.


Pedro Nicolás Carrizo ( Argentina)
Publicado en "Patagonia, lee, tierra de poetas" (2022).
Edición de Tomás Watkins e Iván Moyano para el Centro Editor del CeDIE Neuquén.

martes, octubre 31, 2023

La piedra murmuraba

La piedra murmuraba

 


Foto: Myriam Rozenberg
Tomada el 18.06.23 en Belém, Lisboa, Portugal


Él me pidió de mi viaje solamente una piedra.
Escogí una a metros del castillo de Guimarães
pero me pareció que era pequeña, insuficiente.

Cuando tuve oportunidad
busqué otra
que evidenciara
en forma más expresa
el cariño que le tengo.

Fue en la arena de Belém
frente a la Torre
que atrapé un objeto
con forma de pedrusco.

Estaba húmedo aún
y lo envolví en un pañuelo de papel tissue
para que se secara.

Horas después, en el hotel,
comencé a sentir un aroma extraño, desafiante.

Recorrí la habitación por completo:
el baño, los armarios,
los cajones de la mesa de luz.
La fetidez salía del bolsillo interno de mi bolso.
Había olvidado sacar la piedra
a la que encontré adherida
al papel tissue como un hermano.

La olfateé.
La piedra murmuraba
su historia de abrazos con cardúmenes
la morada de un mundo
que genera mil preguntas
que desencadena,
como el amor,
mareas, torbellinos y silencios.

¿Quién soy yo
para despojar
el grito de la sardina
que se había negado a ser pescada
y eliminarlo con agua de la canilla?
¿No sería acaso un doble martirio?

Dejé la piedra en Lisboa.

De mi viaje,
cuando lo vea,
le llevaré estas reflexiones
que son mucho más valiosas.



sábado, octubre 21, 2023

Un texto de Robert L. Stevenson

Hands era el amigo más cercano de John Silver «el Largo», del cual ya es hora que hable: nuestro cocinero, «Barbecue» como le llamaban los otros tripulantes. Desde que subió a bordo, y para moverse con mayor soltura, había sujetado su muleta al brazo con una correa que ataba a su cuello, lo que le permitía usar ambas manos. Era admirable verlo cómo atendía a sus guisos apoyando el pie de la muleta contra un 1 mamparo, lo que le daba el mejor sostén ante el bandear de la goleta. Y mas aún contemplar su paso por la cubierta en medio de los más recios temporales. Para ayudarse había amarrado unas guindalezas que lo defendían en los tramos más abiertos -«empuñaduras de John», las apodaron los marineros -y asiéndose a ellas volaba de un sitio a otro lo mismo usando su muleta que arrastrándola, con la misma prestancia que otro de piernas vigorosas. Sólo quienes habían navegado ya antes con él se lamentaban de sus perdidas facultades.

-No ha habido dos como Barbecue -me contó un día el timonel-. Y no creas que no tuvo buena educación en su mocedad, y cuando quiere saber hablar como los libros, y en cuanto a valor... ¡un león es nada a su lado! Con estos ojos lo he visto trincar a cuatro y romperles a los cuatro la cabeza de un solo golpe... ¡y estando él desarmado!

Desde luego toda la tripulación lo respetaba y obedecía. Tenía una maña especial para hacerse con cada uno y a todos sabía prestarles la ayuda precisa. Conmigo no tuvo sino la mejor disposición, y me trató siempre con alegría al verme aparecer por la cocina, y he de decir que cuidaba de ésta como el más escrupuloso de los criados limpiaría la plata: todas las cacerolas lucían brillantes y ordenadas. Y allí, en un rincón, colgaba una jaula donde vivía su loro.

-Pasa, Hawkins -me decía-; siéntate a echar un párrafo con el viejo John. Eres la persona que veo con más gusto, hijo. Siéntate y vamos a oír lo que tenga que decirnos el Capitán Flint. Le puse ese nombre a mi loro por el famoso pirata. Bien, Capitán Flint, predice el éxito de nuestro viaje. ¿No es así, Capitán? 

Y el loro empezaba a decir a toda velocidad:
-¡Doblones! ¡Doblones! ¡Doblones! -y seguía sin parar hasta que parecía enronquecer y John le echaba por encima de la jaula un paño bajo el que enmudecía.

-Ahí donde lo ves, Hawkins -me decía-, este pájaro tiene lo menos doscientos años... y hay quien dice que algunos viven eternamente. Este ha visto ya pasar más condenaciones que el mismísimo Satanás. Ha navegado con England, con el gran capitán England, el pirata. Ha estado en Madagascar y en Malabar, en Suriman, en Providence, en Portobello. En Portobello, cuando el rescate de los famosos galeones de la Plata. Allí aprendió a gritar «¡Doblones!», y no es para menos: ¡más de trescientos cincuenta mil que sacaron a flote, eh, Hawkins! Estuvo cuando el abordaje al Virrey de las Indias, a la altura de Goa; allí estuvo, y lo miras y parece inocente como un niño. Pero tú no has olvidado el olor de la pólvora, ¿verdad, Capitán?

-¡Todos a sus puestos! -chillaba el loro.

-¡Ah, qué alhaja! -decía el cocinero, y le ofrecía entonces unos terrones de azúcar que llevaba en el bolsillo; y el loro se agarraba con su pico a los barrotes de la jaula y empezaba a lanzar maldiciones sin tino.


Robert L. Stevenson (Reino Unido)
Texto extraído del libro "La isla del tesoro" (2006). Editorial del Cardo.