A DIOS
No te opones ni a las buenas ni a las malas estrellas;
todos sus caprichos fluyen.
En mi frente duele el surco,
la profunda corona con la luz sombría.
todos sus caprichos fluyen.
En mi frente duele el surco,
la profunda corona con la luz sombría.
Y mi mundo está en calma...
No te opones a mi capricho.
Dios, ¿dónde estás?
No te opones a mi capricho.
Dios, ¿dónde estás?
Quisiera escuchar de cerca tu corazón,
ponerme en el lugar de tu más remota cercanía,
cuando, transfiguradas de oro en tu Reino,
brotando de una luz mil veces feliz,
susurren todas las buenas y las malas fuentes.
ponerme en el lugar de tu más remota cercanía,
cuando, transfiguradas de oro en tu Reino,
brotando de una luz mil veces feliz,
susurren todas las buenas y las malas fuentes.
Else Lasker-Schüler (Alemania)
Del libro Baladas hebreas publicado por Alción Editora y reproducido en Poéticas
Traducido por Oscar Caeiro
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