(Duraznero en flor- Vincent Van Gogh)
CAMBIO DE ROLES
Una pareja de ancianos, ambos de ochenta y dos años, vivían en las afueras de la ciudad, en una casa con amplio fondo. Ella se dedicaba a las tareas domésticas de la casa. Él, al cuidado de las flores y los frutales del amplio parque del fondo de la vivienda.
Cierto día, el anciano advirtió que un duraznero de la propiedad tenía ochenta y dos duraznos en sus ramas, asoció cada durazno a cada año de su vida. Pensó que esto era un presagio y que la lectura que le tenía que dar al mismo le vaticinaba que cada fruta que cayera, por estado de madurez, sería un año menos que faltaría para su muerte. De esta forma, y por obra del ciclo de la naturaleza, semana tras semana fueron cayendo los frutos y también, semana tras semana, el anciano se iba obsesionando con el tiempo que le quedaba de vida.
Una mañana, la anciana, cansada de percibir la angustia de su marido, observó que sólo quedaba un durazno en la planta. Entonces fue a un bazar y compró la réplica de un durazno, en material de cerámica, esperó que éste estuviera descansando a la hora de la siesta, y, valiéndose de una escalera de madera, ató con hilo invisible el ficticio durazno a una rama del duraznero.
Cada día, con los primeros rasgos de la claridad, el hombre salía presuroso y miraba el árbol. Al cabo de un mes, le llamó la atención que el durazno no cayera. Se acercó, y con un palo de larga dimensión lo movió, y se dio cuenta del engaño cuando la imitación se rompió al estrellarse contra el suelo. Con los restos cerámicos en sus manos se dirigió al interior del hogar y llamó a su mujer. Esta no le respondió. Sentada en un sillón, dormía el sueño eterno.
Gerardo Augotr (Argentina)
Del libro El tiempo es ahora (Ediciones Tirso)
4 comentarios:
Pensar no companheirismo e no tempo. Na brevidade dos momentos e da própria vida.
bello y tierno texto a pesar del final infeliz
Celeste y anónimo:
Creo que este cuento tiene varias aristas.
Por un lado lo que decís, del compañerismo.
Pero también la mala interpretación de símbolos de la vida, lecturas erróneas que hacemos, y sugestiones.
También hay una cierta cuota de egoísmo: el anciano se preocupa por él sin imaginar lo que puede sucederle a su esposa.
Por otro lado pienso en la anciana, ella quiere ver feliz a su hombre,se las ingenia para que él quede tranquilo, aunque eso le cueste su propia vida.
Me conmueve mucho eso. Hay amores así, de tanta entrega...
Mi esfuerzo es sobrehumano para no caer en las garras de la inteligencia. 30 de septiembre -El globito-
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