....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)

sábado, abril 27, 2024

Un poema de Emmanuel Taub

VIII. 


Postal del mar
Es mío el cuerpo
sobre el vértice
de cara al horizonte
esperando por caer en el vacío.
Es mío
el horror en tus ojos
es mío.

Frente al mar 
la soledad es un náufrago.



Emmanuel Taub  (Argentina)
Publicado en Veinticuatro. Alción Editora (2006)

sábado, abril 20, 2024

Una canción de Monda

Es tan triste ver partir


Allí va una embarcación
Por ese mar abierto
Por aquellos que van ahí
Hay mucha gente que llora
Es tan triste ver partir
Un barco del continente
Para Angola o Mozambique
Allí va otro contingente
Tanta lágrima perdida
Cuando un barco deja el muelle
Adiós mi madre querida
No sé si regresaré pero
Me voy para Lisboa
Porque la vida acá está mal
En búsqueda de cosas buenas
Busco, no encuentro acá
Hay mucha gente que llora
Con penas en el corazón
Por ese mar abierto
Allá va una embarcación


Canción popular  ( desconozco de qué país. Acepto datos de confirmación).
Arreglos: Jorge Roque / Pedro Zagalo / Der Medinas.
Publicado en el álbum "Cal" de la banda Monda ( Portugal).

Traducción al español desde portugués por Myriam Rozenberg

sábado, abril 13, 2024

Un poema de George Bradley

Donde el azul comienza


En el sur del Adriático, donde comienza el azul,
Vinimos a descansar un rato y jugar.
En las islas cubiertas de sol conocidas como Tremiti,
Donde la brisa sopla frescaY los pinos tiemblan y el mar salado
Lava a gente como tú y como yo,
En el sur del Adriático, en la espuma arrastrada por el viento.
En el agua más azul, justo donde comienza,
Vinimos a jugar un rato, llegamos a descansar.
En costas rocosas de calas áridas,
Cuando llegaron las olas y el agua salpicó
Y la luz del sol reflejada saltó y brilló
Entre los acantilados, los salientes y las grutas,
En el Adriático, donde este tipo de cosas empiezan.
En el agua azul clara que traen las olas
Fuera del soleado mar Adriático,
Vinimos a descansar y jugar y bañarnos,
Mientras los pinos se balanceaban en los acantilados de arriba
Y el viento dispersó la espuma salada del mar,
En el soleado Adriático, donde comienza una forma de vida.
Vinimos buscando una inmersión, para encontrarnos
En aguas lo suficientemente claras como para explorar
Un fondo profundamente azul, al verlo parecía
Incluso Grecia o cualquier otro sitio.
Que el agua lavada así o el sol pudieran encenderse así,
Vinimos a vernos en un mundo de sueños,
Que las palabras podrían trasmitir lo que implica el lugar,
Ese lugar podría terminar lo que una palabra genera
Vinimos buscando el agua más clara, el cielo más soleado,
Vinimos, tú y yo, a ver lo que se vería
Inmersos en aguas perfectamente azules,
En olas iluminadas por el sol que llevaban su oscuro secreto,
Pequeños huéspedes conocidos como medusas, cuyos frágiles brazos
Observaron, picaron y quemaron todo el día.
Y levantaron el rubor que floreció en nuestras pieles,
Agravado por el sol y las salpicaduras,
Con nuestros propios intentos de abrazarnos uno al otro,
Mientras nadamos fuera de nosotros mismos y fuimos arrastrados,
En el sur del Adriático, donde comienza el azul.


George Bradley (Estados Unidos)
Publicado en Poetry Foundation
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg

sábado, abril 06, 2024

Un fragmento de un libro de Jesús Carrasco

Iosif me arrastró hasta aquí, pero ahora soy yo la que permanece. Tras su retiro y posterior deterioro, bien podríamos haber regresado a la patria, a la vida de los salones. A los cristalinos barnices que realzan la nobleza de los muebles de palisandro. Al timbre poderoso y resonante de las violas de Cremona. A los centros de flores de granado, jazmines y espigas secas- A las fuentes de carnes bien trinchadas,a los ligeros postres, a los vinos madurados en las mejores barricas del continente. A la belleza y el refinamiento de las mentes más elevadas y sutiles. Pero aquí estamos, estoy, frente a ese hombre humillado. Frente a esa sombra inquietante cuya presencia he consentido.

Recuerdo el día en que embarqué con destino al puerto de Sevilla. Recuerdo la humedad de la brisa marina y su frescura y el olor a marisco. Recuerdo mi ensueño de aquel entonces. Partía, inflamada de amor, hacia las nuevas colonias españolas. A los territorios en los que mi prometido había servido con honor y valentía. Hacia un rincón del continente que resonaba en mí del mismo modo que Simla, Zanzíbar o Suez. La grandeza de nuestra cultura, pero bañada aquí por la resplandeciente luz del sur, atemperada con su clima benigno, tan alejado de nuestros duros inviernos. En esta lugar, todo había sido dispuesto para albergarnos. Jóvenes, cultivadas, amantísimas hijas de la patria que corríamos a reunirnos con nuestros prometedores esposos. Este pueblo era el regalo, el premio a una juventud consumida en la batalla allí donde el Imperio lo había reclamado.

Nuestro buque atracó en el puerto de Cádiz y allí trasbordamos, guidas por cadetes, a una goleta afilada y galante con la que remontamos el Guadalquivir hasta Sevilla. Recuerdo a Iosif de pie en el muelle de la Sal, esperándome. Llevaba dos años sin verle. Íbamos a casarnos en España. Íbamos a comenzar una vida dichosa en una tierra bendecida. Nuestro lugar en el mundo.




Jesús Carrasco ( España)
Extracto del libro "La tierra que pisamos". Editorial Seix Barral (2016)