....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)
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sábado, marzo 23, 2024

Un poema de Alda Lara

Abandono

 

¡No ices las velas, marinero!
¡No gires el timón!
No luches siquiera…
(¿Para qué, luchar?)
Déjate llevar, como el mar,
al capricho
de las mareas de un día…
Como cuerpo para volver a encender
la maresía…
el olor embriagado de luz
y el alma,
embrujada en algas,
para fluctuar…
¡Déjate llevar!

Y si la tormenta te quiebra
los mástiles,
y te rasgan
las velas
y no para
de rugir,
¡no grites!
¡No tengas miedo!...
En las noches-secreto del mundo
verás cómo es bello
dormir tan envuelto
de viento y luz de luna…
Déjate llevar como el mar…
Sereno y perdido
en la paz
sin recurrir al mar



Alda Lara (Angola)
Publicado en "O mar, o rio e a maternidade na poesia de Alda Lara". Autor: Sávio Roberto Fonseca de Freitas.
Revista Ecos
Programa de Pós- graduação em Estudos Literários/ UNEMAT
Programa de Pós-graduação em Linguística/ UNEMAT
Centro de Estudos e Pesquisas em Literatura
Centro de Estudos e Pesquisas em Linguagem (2020)
Traducido del portugués al español por Myriam Rozenberg

sábado, febrero 17, 2024

Un fragmento de un libro de José Eduardo Agualusa

Cuando Diogo Cão y sus marineros desembarcaron en la desembocadura del Zaire y preguntaron a los hbitantes cómo se llamaba la región, se les dijo que era Soio. Pero Diogo Cão advirtió que los naturales le habían respondido en buen portugués que era “Sueño, señor” y quedó maravillado, no tanto por encontrar, en aquel fin del mundo, gente cultivada en el idioma lusitano sino, sobretodo, por la excelencia y propiedad del nombre.

El cielo se movía y gritaba con pájaros largos, los pantanos pulsaban extrañas formas de vida y el río se explayaba, oscuro y pesado, por dentro del mar y era tan largo allí que la otra margen se confundía con el horizonte. 

En 1953 el paisaje era todavía casi idéntico, pero la ciudad ya no se llamaba Sonho, y sí Santo António do Zaire. En aquel año, el mismo año en que Lídia se mudó para Berlín, nació allí un niño que recibió el nombre de Tiago, más concretamente, Tiago de Santiago da Resurreição André. Fue el primer niño, después de siete hermanas. El padre era ayudante de enfermería, natural de la región, y la madre era una señora de M'Banza Congo, que se dedicaba al comercio de telas y sevanagloriaba de pertenecer al linaje real Bacongo. 

Santiago tenía una memoria prodigiosa. Contaba episodios de su infancia, detallando los más mínimos detalles, de tal manera que yo estaba convencido de que los estaba inventando mientras hablaba. Tiempo después estuve seguro de que no. Yo estaba acostumbrada a hacer un juego: le leía una página de un libro, sin pausas o repeticiones, y una semana después venía a visitarme y me repetía letra por letra aquello que yo le había leído. Raramente fallaba. 

La madre de Tiago quería que él fuera sacerdote. Pensaba, tan pronto como el niño tuviera edad suficiente, enviarlo al Seminario. Pero las cosas no ocurrieron así. Un día, en febrero de 1961, el padre de Tiago llegó a casa muy nervioso. “Parece”, susurró, “que sucedió algo muy malo en Luanda, confusiones entre negros contra blancos, blancos contra nosotros. Una gran desgracia”. Al día siguiente se supo que las cárceles de la capital habían sido atacadas por grupos de hombres armados con cuchillos y machetes y que los portugueses, locos de odio y priincipalmente de miedo, habían caído sobre los musseques* y estaban matando gente.



José Eduardo Agualusa (Angola) 
Extracto del libro "Estação das chuvas"
Dom Quixote Publicações (1996)
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg

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* musseque: es un barrio muy humilde, con casas precarias, lo que sería una villa de emergencia en Argentina o una favela en Brasil. El término es usado en Angola.

miércoles, diciembre 29, 2010

un poema de João Mello



Promesa de amor

Construiré para ti una casa terrestre,
hecha de pan y luz y música,
donde quepas apenas tú
y no haya espacio para los intrusos

Y cuando a la noche nos amemos,
como se amaron
el primer hombre y la primera mujer,
mandaré que repiquen los tambores

-para que sepan todos que volvieron al mundo
el primer hombre y la primera mujer.


João Mello (Angola)
Publicado en Revista Agulha
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg