....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)

martes, febrero 26, 2008

El amor según Vinicius de Moraes

Por si no queda claro, estuve en Río de Janeiro. Ando leyendo a Vinicius. Y lo comparto.


Es un milagro encontrar, en este infinito laberinto de desengaños amorosos, el ser verdaderamente amado... Me olvido de aquella parejita en el parque para perderme por un momento en la observación triste, pero fría, de ese extraño baile de desencuentros, en que frecuentemente aquella que debía ser de aquél, acaba por bailar con otro porque lo esperado nunca llega; y éste, mientras, pasó por ella sin que ella lo supiese, sus manos sin querer se tocaron, ellos se miraron a los ojos por un instante y no se reconocieron.
Y es entonces que me olvido de todo y voy a mirar en los ojos de mi bienamada, como si nunca la hubiese visto antes. Es ella, Dios del cielo, es ella! Cómo la encontré, no sé. Cómo llegó hasta aquí, no vi. Pero es ella, yo sé que es ella porque hay un rastro de luz cuando ella pasa; y cuando ella me abre los brazos yo me crucifico en ellos bañado en lagrimas de ternura; y sé que mataría fríamente a quien quiera causarle daño; y quisiera que muriésemos juntos y fuésemos enterrados con las manos dadas, y nuestros ojos que no se descomponen quedasen para siempre abiertos mirando mucho más allá de las estrellas.

Vinicius de Moraes (Brasil)
De El amor por entre el verde (fragmento)
Publicado en el libro Para viver um grande amor (Editorial Companhia das letras)
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg

domingo, febrero 24, 2008

un texto de Vinicius de Moraes


Rio. Cidade maravilhosa. Y un fragmento del texto "El día de mi padre" de Vinicius de Moraes.




Si Clodoaldo Pereira da Silva Moraes y yo intercambiamos diez palabras durante su vida, fue mucho. Buen día, como estás, hasta la vuelta- a veces ni eso. Hay personas con quienes las palabras son innecesarias. Nos entendíamos y amábamos calladamente, mi padre y yo. Tal vez por el hecho de que su figura me emocionara tanto, evité siempre pisar con él el terreno de las cosas emocionales, pues estoy seguro de que, si comenzásemos a hablar, caeríamos los dos en llanto, tan grandes eran en nosotros los motivos para llorar: todo lo que podía haber sido y no fui; todo lo que querríamos dar el uno al otro, y a los que nos eran más queridos, y no podíamos; el orgullo de un padre poeta inédito por su hijo publicado y premiado y el deseo en ese hijo de que fuese lo contrario...-tantas cosas que hacían que nuestros ojos no se demoraran demás cuando se encontraban y tornaban nuestras palabras difíciles. Porque la intención justamente, era de abrazarme con él , sentirle la barba con la mía, acariciarle los pocos cabellos y lamentarnos juntos sobre nuestra ineptitud para construir nuestro mundo palpable.



Vinicius de Moraes (Brasil)
Extraído del texto El día de mi padre
Publicado en el libro Para viver um grande amor (Editorial Companhia das letras)
Traducido del portugués por Myriam Rozenberg


viernes, febrero 22, 2008

en Estocolmo

Yo estuve en Suecia, y éramos 4. Me encerraba con mis largas trenzas a hacerme rubia. Es una manera rara de recordar la historia. Dejé tantos amigos perdidos en la infancia pero la memoria insiste y excava en las ruinas. Me acuerdo de la reina que danza, de la mujer confiada en ángeles, de la chiquita que llora, del hombre atravesando el río y de los amantes con sus besos de fuego. Ay de esa niña y sus cintas, confidente del sol, en Estocolmo.

miércoles, febrero 13, 2008

atravesar el tiempo


(Across the universe - George Mendoza)

Una canción para un final, un show sorpresa, sobre los techos. Las palabras brotan como una lluvia interminable hacia una taza de papel. Ahora, en las estrellas viajan, a 300.000 kilómetros por segundo.
La mano de 6 años, escribe mi nombre sobre el dorso. Sus voces me pertenecen, mi infancia es suya. Abro diccionarios para entender. El mundo ha cambiado, para todos.
Hay que atravesar el tiempo. Millones de soles sabrán lo que es emocionarse como este diamante que alumbra sobre los pómulos. La tierra bendice su humedad y la comparte.

sábado, febrero 09, 2008

dos mundos

-Camilo fue mejor que el Che- me dice.
Ahora suena un cha cha chá, y dejo al hombre que quiere que me enoje. ¿Un revolucionario más que otro?
El ron me lleva a bailar en la terraza. ¿Verá don Ernest esta danza de turistas sobre el techo? ¿Podrá escribir en el hotel o tendrá que huir hasta Cojímar? ¿Dónde se sentirán más fuertes las campanas?
Obispo y Mercaderes, ¿es ésta la ilusión que da la esquina? ¿El encuentro antagónico de ambos mundos?
No sé, mejor pienso en Ernesto, mi patria y ésta, que hizo suya, son los únicos universos que se enfrentan.
En el sur del continente hay muerte y los badajos no dejan de golpear.

viernes, febrero 08, 2008

romanticismo

Las casas que rodean al estadio están que arden. Vibran al compás de las canciones. El mexicano acaba de llegar a los boleros y las chicas tienen lágrimas, se doblan.
Las casas oyen que él acaricia su rodilla por debajo de la mesa pero es curioso, está en silencio, son las chicas las que cantan.
-El sabe que siempre lo escuchamos- dice una de ellas-. Si venimos al estadio, si pagamos la eternidad de este momento, y vale caro, es para que él escuche.
Un ejército reclama un romanticismo viejo que en la almohada de su casa se les niega.

miércoles, febrero 06, 2008

sobrevivientes

(Eurídice - Greg Williams)



Una grita I will survive. La otra Resistiré. ¿Pero qué tienen que soportar tantas mujeres? De los labios no se desvencijan, se dan impulso, es un conjuro contra la desdicha. ¿Cómo rehacerse cambiando los deseos? ¿Cómo estar tibia sobre el hueco de la almohada? Ellas cierran filas, saben que una es el ejemplo de la otra. La congoja se destrenza. Duele, cuesta y se puede, huir de las tinieblas sin Orfeo.

puede ser roto

Ay Tina, cómo te odié esa tarde. Él se acordó de vos, de tu cabello rubio, exótico. Se desplegó en el aliento, un tiempo como hojas, ido. Y yo no estaba allí, ni siquiera invisible, abstracta entre memorias de barrio. Era entonces la ruta, y es cierto Tina que un corazón puede ser roto.

lunes, febrero 04, 2008

veinte libras


Hoy he delatado a mi amigo, mi cerebro,
por veinte libras.
Con la mitad hacía un viaje a América.
Gasté la plata dando de beber a desconocidos
que se me colgaron del brazo
llamándome rey
justo en el sitio en que no queremos monarquía.

No es que el ciego me haya visto
es que yo me vi guardándome el dinero
de la delación
y estoy tratando de callar la voz
que martilla la conciencia.

Quise ser un hombre
demostrar mi valentía frente a una mujer
agallas que no tuve para matar al inglés a sangre fría
y así quedé expulsado del ejército de Irlanda.

Ahora me buscan mis antiguos compañeros.
En medio de la niebla
vislumbran que fui yo el informante.
Es que no sabía lo que hacía.
Lloro como un niño
porque soy sólo músculo y no tuve plan
para salvarme.

La madre y dios me conceden su perdón
en plena iglesia.
Voy a morir y no seré el último que caiga.
Empieza un siglo de venganzas
de luchas clandestinas
y se llenará de más cadáveres la tierra
hasta que un día sea
católica y republicana.




domingo, febrero 03, 2008

Un poema de Marie - Claire Bancquart

La paz sangrada

Invasión o inundación? El papel cuelga sobre el muro. El marco guarda mal
una fotografía de pariente difunto.
Ella se bambolea sobre el yeso mojado.
La muerte va a moverse en su tumba.
Tú retienes tu aliento. Te acuerdas de los tiempos de guerra
durante tu infancia. Casas abiertas
sobre las cicatrices de los muebles.
La paz firmada, tú atravesabas en tren
la mitad de Europa que levantaba muñones de muros sin fronteras.
No hay más paisaje
que esta cólera en ruinas. Ningún dios
sino estos lares mutilados, que vuelven aquí
cuchicheando que la herida
está de guardia siempre en carne viva, en el cielo
lista para descender sobre los hombres.
La paz sangrada.


Marie - Claire Bancquart (Francia)
publicado en
Marie Claire Bancquart
traducido del francés por Myriam Rozenberg

viernes, febrero 01, 2008

un poema de Laura Kasischke


La segunda semana de mayo


Qué compraremos con el dinero de Judas?
Quién vivirá en la casa de Hitler? Qué

haremos con este velo robado
a la novia asesinada, esta
sábana hurtada al niño durmiente?

Compraré caramelos, dice la querida.
Creceré aquí, la prímula canta.

La levedad de la seda en una brisa

perfumada, blanda
como cashmere, rosa pálido.

Dónde podremos construir

la casa de la primavera,

la única construida
en una clara conciencia, la única
en la que ningún inocente

civil ha sido muerto jamás?
Sí, imagina.
Cada día
en una cocina limpia, cada noche en una almohada
Puritana.

Pero es Mayo, y la lila
susurra a la wisteria,
La sombra de quién usaré
este año en la fiesta de estudiantes?
La chalina blanca de quién

cosida desde la última respiración de una virgen
es ésta?



Laura Kasischke (Estados Unidos)
Publicado en Michigan Today Poetry
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg