Juntos, vimos hablar a los pescadores.
Un idioma extraño, una forma de pescar desconocida.
Unos hombres en tribu que bailan.
Un otro, con los pies en el lago, que tira y saca un pez enorme.
Lo atrapa con las manos, y a mí me parece que lo fuerza a nadar.
Lo hizo muy bien, sabe oxigenarlo dijiste.
Esta noche yo seguí el camino del arroyo.
Llora el pez o grita cuando muere?
Te puse el ojo para que al fin te viera.
Me diste tinta para fijar el agua en el papel.
Después, como ya va haciéndose costumbre,
vino la lluvia del poniente.
1 comentario:
Gracias por este y otros buenos momentos. He llegado hasta aquí por casualidad, pero me alegro.
Suerte.
Guillermo
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