El cantor de los búhos
El cantor de los búhos ha desaparecido en la oscuridad.
Una vez más, no había ganado el premio.
Así pasaba en el colegio.
Prefería las esquinas con luz tenue, donde camuflarse
con el pelo y las orejas de los otros,
y pensar en vocales largas y en el hambre,
y en la amargura de la nieve profunda.
Tal mal humor no atrae muchos destellos.
¿Qué me pasa?, preguntó a las sombras
-a esa hora, eran sombras de árboles-.
¿Por qué he malgastado el hilo de mi vida?
Me abrí a tus silencios.
Permití que la crueldad
y las plumas me poseyeran.
Me tragué los ratones.
Ahora, cuando llego al final, vacío
de palabras y sin aliento,
no me has ayudado.
Espera, dijo el búho sigilosamente.
Entre nosotros no hay premios.
Tú cantabas por necesidad,
como yo. Tú cantabas para mí
y para mi selva, mi luna, mi lago.
Nuestro canto es un canto nocturno.
Hay poca gente despierta.
Margaret Atwood (Canadá)
Del libro La puerta (Editorial Bruguera)
Traducción del inglés por María Pilar Somacarrera Iñigo
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