No, esta noche, no.
Esta noche no pidas morfina.
Es verdad que abre otra geografía
un trayecto menos sibilante.
Pero la droga te lleva tan lejos
tan pero tan lejos.
Está bien que en tu imaginación
el dinero cantado y bailado
paga el hilván en tu ojo
se mastica el dolor
de lo que alguna vez fue una dádiva rizada
y ahora es una planicie sin prosapia.
Y no lo obviaste:
pusiste en el centro de tu cielo
el nombre líquido.
Como una espuela lo arrojaste
para dejar huellas.
Habrían de encontrarlas.
Entonces tu alma ya ahuecada
pidió en naufragio la morfina
y lo caliente dio paso al rigor
a la dureza irredenta del cuero.
Blanco y negro
como una holando argentina
que se desmancha.
Ya no hay tensión
como tampoco propiedad,
juegos de niños
caminatas bordeándose la tierra.
Ahora se escuchan tus gemidos como un eco
y la plata se lame en las heridas de los otros.
Esto es.
La vida es esto.
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