Ahora todos lo conocen. Se abren las hendijas, y la ciénaga señala cada uno de sus nombres. Invita el aire enrarecido, despiertan los secretos, estuvimos juntos en la plaza, era creativo, tocaba la guitarra.
Su cuerpo ya no asciende en escalones, sus manos se han quedado sin monedas y en una despedida que no tuvo, le nacen amigos inmortales.
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