Jerusalem
hasta que la noche del desierto gotea
un manto azul oscuro sobre las calles
bruscamente, como siempre en el
Levante.
Cuando te vi por primera vez,un cable punzante taladró tu corazón,
y la claridad de tus estrellas me perforó
como un Dios tribal antiguo.Revendí todos mis dijes de plata
de manera que pude deambular por
los callejones angostos
con tu polvo blancoen mis sandalias durante unos pocos días más,
beber té de menta con mi amante marroquí
bajo armas jordanas antes de queme fuera por el Londres lluvioso y el hombre con el que me casé.
Traducido del inglés por Myriam Rozenberg
Publicado en http://www.haaretz.com/culture/poem-of-the-week/.premium-1.531747
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