XXII
Me pidieron que cerrara la puerta.
Yo la abrí.
No puedo decir que no puedo.
Las palabras.
Un laberinto me recorrió.
Se hundió el río de la infancia
y yo ahí, abriendo la puerta,
el corazón, la boca.
Abriendo la lágrima que se secaba.
Y yo ahí, anochecida, roja de deseo.
No puedo decir que no puedo.
El lenguaje está de pie.
Y yo decido cerrar la puerta.
Graciela Aráoz (Argentina)
Publicado en el libro Diabla (Ediciones Ultimo Reino).
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