Encontré a Federico subido a una silla de puntas de pie. Tocaba algo en la pared.
-¿Qué estás haciendo?
- Voy a cambiar la hora
- ¿Para qué?
-Para que se hagan las 12.
La medianoche es una novia que no llega.
-No, dejá quieto eso, la hora no se adelanta.
-Sí, podemos hacer que se haga ahora mismo. En otros países ya están abriendo los regalos.
Es cierto pienso, cada región tiene su hora 24. La entrada a un día mágico. ¿Pero por qué esperar a que la tierra gire el espacio de su huso, por qué negarse a la felicidad de la rotura del papel, de la sorpresa que se esconde bajo las ramas de un árbol?
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