....soy de la rosa y la mar... soy el escaramujo
(Silvio Rodríguez)

domingo, mayo 26, 2013

pared de hospital


 
(foto: Hospital Santojanni- Myriam Rozenberg)

Su sueño era poder colocar la inscripción en la pared del hospital. Siempre que pasaba con el 4 se esforzaba por mirar lo que ya estaba escrito. Cuando a él le tocara, no iba a ser menos, nada de dejar pasar la oportunidad.

Por eso, pensando en el momento clave, llevó no sólo los documentos de su mujer sino también un marcador negro de trazo grande, indeleble.

No le importaba si había gente que le parecía vulgar. Una vez había escuchado a una señora decir que esas leyendas eran como las placas en las tumbas de los cementerios, despedidas definitivas en un cuadrado de mármol o bronce. Pero él disentía, ahí se recordaba a los muertos y esto era completamente diferente.

Mientras su mujer estaba sufriendo en la sala, él observaba dónde quedaría mejor, si sobre la pared más externa, si en la interna detrás de la rampa para sillas de ruedas, o en el hallcito de espera. Sería afuera, para que fuera más notoria, detrás de la escritura de ese padre que había puesto con un marcador y haciendo sombra que Aká nació Tiziano. Se detuvo también ante las otras leyendas: “Acá nació Valentín Tomás 17/11/12 a las 20:31 te amamos, papá, mamá, abus y tíos”, “ Acá nació Renata 13 noviembre 2012 Te amamos papá y mamá”.

Estaba nervioso, aún el médico no salían. En la salita de espera, junto a él, estaban reunidas unas chicas esperando a otra parturienta, la hermana de aquellas, que desde hace largas horas venía luchando para concretar el parto.

Parece que era difícil ser madre, y él meditaba, sería difícil ser padre también. Tener un trabajo que ahora no tenía, levantarse a la noche ante el llanto de su hija, cambiarle los pañales, cuidarla mientras la madre hacía la limpieza en la casa de la patrona, bañarla en el fuentón de lata.

Se rascaba la cabeza, reflexionando en todo esto cuando  apareció el médico por fin, avisando que la nena había nacido. Antes de entrar a ver a su mujer, corrió desesperado a grabar en el muro pintado de ocre: “Acá nació Uma, te amo, papá”.

Vio venir a las chicas que esperaban, una de ellas también buscaba un lugar donde escribir. Curioso, esperó a ver cuál sería ahora la inscripción, entonces leyó: “Mariela, dale, nena, nacé, tus tías”.

Evidentemente había gente con situaciones más complicadas, pensó, y corrió a abrazar a su mujer y a esa pequeña bebé que tantas alegrías le traería.

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