En las cuerdas invisibles
la araña
atrapa insectos de colores,
destroza sus cabezas,
cuelga como trofeos
                          lo que resta.
Aún el reptil jadea bajo el agua
y espera que la luz
                          señale
el momento exacto para emerger.
La noche es cálida, sofocante
y se prolonga en el infinito
sin pausa.
También el magma
se escurre
                silencioso,
incandescente 
por las rocas.
                  Desde entonces el equilibrio 
fue el desorden.
                   Dios bendijo los días y las noches
y sentenció al hombre.
María del Rosario Andrada (Argentina)
Publicado en el libro Ultimo resplandor (Ediciones del Dock).
2 comentarios:
Lleno de mensajes, sensaciones y realidades!Buenísimo!
Lleno de mensajes, sensaciones y realidades! Muy bueno!
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